Hago esta entrada para enviar el 25 deseando una ¡Feliz Navidad! ¡Feliz Navidad! ¡Feliz Navidad! ¡¡Prospero año y felicidad!!
FINajajajaja. Es broma :p . Aquí está mi regalo. Por una vez que cumplo los tiempos aprovecho! :P. Nos leemos en cuanto pueda :D
Capítulo
37: Juegos desvelados.
Aunque quizás no del modo exacto en que deseaban.
Era eso lo que rondaba la cabeza de Leslie McCartney al ver caer al chico del distrito dos, por causa de aquella planta. Que algo había salido mal, pocas veces los vigilantes decidían eliminar a los tributos fuertes tan pronto. Podía jurarlo no por su visión de simple espectadora, sino también de hija de un antiguo vigilante jefe. Aquello debía de haber sido un error, un paso en falso del chico, y otro de quién sea que estuviera vigilando aquella zona.
Se mordió el labio tan nerviosa como sorprendida por la posterior tranquilidad. Giannira y Sean tenían una ventaja injusta, lo sabía, pero tampoco podía pecar de cumplidora después de saber, por medio de su marido, que los vigilantes estarían del lado del distrito uno una vez más. Y todo por su culpa.
Porque aunque fuera su niño el elegido en los juegos, pretendiendo que todo fuera un castigo por la partida con Evans. Ella no dejaba de pensar que este asunto iba con ella, por negarse a la petición de su padre.
– Da miedo, ¿eh? La forma tétrica en la que se desarrolla todo.–Una voz femenina la hizo virarse, sorprendida, se hallaba en una gala donde la atracción principal eran los juegos del hambre. Allí se celebraban fiestas y reuniones con los vencedores que así lo deseaban, a cambio de apoyo, ayudas, y, sobre todo, patrocinio. Como principal patrocinadora de William y Cynthia era su responsabilidad estar ahí, dispuesta a atender a Evans en cuanto lo necesite. Ayudarle con su propio dinero, como pago a la salvación de su hijo, para que uno de los se haga con la victoria.
–Lyra.–Saludó a la estilista del tributo del distrito cuatro con además sereno, frunciendo el ceño ante el hecho de que hubiera cambiado su larga y ondulada melena castaña chocolate por una rojo fuego. –¿Qué haces aquí?–Inquirió, no era que los estilistas estuvieran prohibidos en las galas, al contrario, ayudaban a los vencedores a captar patrocinadores. Pero no es que a Sean le faltasen, personalmente.
– Vigilar un poco a mi modo ya que no puedo acceder a la sala de mentores. Y Finnick tuvo que escapar de nuevo con esa bruja. –Soltó un suspiro aludiendo a Thalía, no terminaba de comprender porque la vigilante le había citado en una noche tan transcendental como lo estaba siendo esta. Y además estaba esa trampa de la que se había librado Sean gracias a Nolan ¿En qué dirección iba todo esto? Estaba comenzando a tener miedo ella también.
Leslie asintió despacio. Tenía su propia teoría de a quién llamaba bruja, aquella mujer atractiva de pelo rizado rosa y ojos dorados, que había partido con Finnick hacia una de las habitaciones del hotel en donde se hallaban. Aunque no estaba segura de la razón de ese sobrenombre.
– Creo que… Entiendo, pero, ¿para qué lo necesitas? Tus tributos están bien, y de no ser así tampoco se te permite ayudar. –La mujer se quedó callada un momento en el que a Leslie le pareció que estaba apenada, casi desesperada, algo extraño comparado con la sonrisa que adornaba sus labios cuando la abordó.
–Lo sé, es solo que… Podemos hablarlo fuera, ¡por favor!–Parecía tan desesperada, tan suplicante que Leslie simplemente se dejó engañar y salió tras ella, sin siquiera vigilar la pantalla de los juegos.
– ¿Hermosa noche, verdad?–Inició la plática la estilista, tranquila de nuevo. –¿Te aseguraste de que no te siguieran?–Le susurró, la mujer asintió, todavía confundida. –Bien.
–Lyra, ¿qué significa todo este secretismo? ¿Qué pasa?–Preguntó. Lyra suspiró.
–Nada, solo… Estoy intentado hablar con todos los que, como tú, parecen concernidos por estos juegos. Ver si como yo reconocen los castigos o vendettas dispuestas. El chico que salió elegido antes que William, ¿era tu hijo, verdad?–Asintió todavía sin comprender, ¿por qué quería hablar con ellos? ¿Acaso estaba buscando señales de rebeldía entre su gente?
Se mordió el labio tan nerviosa como sorprendida por la posterior tranquilidad. Giannira y Sean tenían una ventaja injusta, lo sabía, pero tampoco podía pecar de cumplidora después de saber, por medio de su marido, que los vigilantes estarían del lado del distrito uno una vez más. Y todo por su culpa.
Leslie asintió despacio. Tenía su propia teoría de a quién llamaba bruja, aquella mujer atractiva de pelo rizado rosa y ojos dorados, que había partido con Finnick hacia una de las habitaciones del hotel en donde se hallaban. Aunque no estaba segura de la razón de ese sobrenombre.
–Ya veo. ¿Eres consciente de qué si el Capitolio tiene previsto aquello como castigo volverá a salir elegido? De hecho todavía no comprendo porque permitieron voluntarios en primer lugar. –Las últimas frases fueron dichas en voz bastante baja. Leslie se quedó callada, tenía parte de razón, si la elección de John fuera prevista como un castigo no debería haber nadie que le impidiera ir a los juegos. Incluso siendo el voluntariado un derecho universal de los distritos no debería haberse producido de la forma en que lo hizo.
Y sin embargo así fue. Había habido voluntarios y por causa de ello William estaba en los juegos. Porque en el distrito uno la cosecha del tributo masculino se había desarrollado como si fuese una edición habitual. Un elegido, varios voluntarios, y uno que se imponía a los demás.
–Obviamente, “Los juegos de la venganza”– Entrecomilló algo rabiosa. –O al menos lo serían si todo fuera a salir como lo planearon nuestros “amados” vigilantes. –De nuevo otra palabra enfatizada, y una sonrisa maliciosa que inquietó a la patrocinadora. Lyra avanzó unos pasos delante de ella para después girarse, su expresión había vuelto a cambiar.
–Eso es porque no cumplí mi promesa. –Murmuró arrepentida. –No traje a John al Capitolio cuando mi padre lo pidió. Yo… No quería que viviera aquí, no quería que estudiara aquí, no quería… –Ahogó un sollozo ante la sorprendida mujer. –No quería que se convirtiera en un vigilante como mi padre exigía. Me horrorizaba imaginarlo teniendo que trabajar para matar tributos, a la gente como Evans. –Lloró con más fuerza y Lyra le ofreció un pañuelo. –Así que, así que...–No pudo culminar la frase.
–Te negaste.–Dijo la otra mujer por ella, mientras Leslie se limpiaba las lágrimas.
– Todo esto es por mi culpa. –Sollozó. –Si hubiera aceptado mudarme entonces. Obligar a Evans a dejar su distrito por nuestro niño quizás…
–Pero...–Intentó protestar de nuevo pero Lyra le tapó con la boca, su expresión había mudado a una extrema severidad.
–No digas más, ¿sí? Sabes que nada cambiará si lo haces. Que yo… Él… –Discretamente sacó algo de su vestido, una llave de la cual colgaba un llavero hecho de hilos rojos y naranjas entrecruzados. Macramé. – Tiene razón pero…
Una caricia alrededor del objeto, dos, sus recuerdos se hacían más y más nítidos. Ella… Nunca había apreciado al Capitolio, la opulencia, la injusticia, la violencia y la crueldad en televisión. La forma en que manejaban aquellos chicos año tras año y no solo a ellos.
Todo estaba manejado, todo estaba controlado y la única manera de ser libre era… Era… Negó con la cabeza frenéticamente procurando ignorar las imágenes que se agolpaban en su cabeza. Todo lo que había visto, el dolor, la crueldad y… Sean.
“Me gustaría matarlo, cortarlo, descuartizarlo incluso. Lo cierto es que aún no lo tengo decidido. Pero no importa, ¿verdad?”
No podía hacerle nada. Lo sabía y aún así su mirada parecía tan fría, tan cruel, tan… ¿Rota?
La luz que le despertó era demasiado intensa para tratarse de la del sol. Alguien se hallaba ante él, enfocándolo con una linterna. Se incorporó con sorpresa descubriendo que ni siquiera estaba atado. Qué situación más extraña. Radón intentó recordar lo que había pasado, alguien lo había agredido, lo había golpeado pero, por alguna razón no le había matado.
La linterna se apartó un rato, a la par que él oía un suspiro masculino. Pero en cuanto intentó lanzarse sobre el dueño de la linterna fue empujado al momento, sus ojos enfocando los ojos azules del tributo masculino del distrito ocho.
– Tranquilo. Sólo estaba comprando que estabas bien. – Dijo este, culminando de revisar su cuerpo y asintió. El otro chico no pudo hacer más que observarlo muy confundido. No entendía nada.
– ¿Qué ha pasado?– Preguntó despacio. – Creo que alguien me dió en la cabeza. – Se sostuvo la nuca, incómodo. – ¿En qué parte de la cueva estoy? Las dos primeras noches esto estaba muy tranquilo pero hoy no ha parado de moverse; y el chico del distrito cuatro casi me mata. – Ante eso su interlocutor sofocó una risa, conque por eso lo perseguían, interesante.
– Sí, Sean es así de “amable” con la gente. – Enfatizó la palabra amable a la par que el otro chico arqueaba una ceja. – ¡Qué curioso!, Jack, me comentó que te encontraron así. Es el nombre del chico del distrito siete, por si no lo recuerdas. Aunque pesándolo bien no veo que tributo o muto te podría dejar inconsciente sin razón ¿Recuerdas que hacías antes de llegar aquí?– Tan pronto como lo dijo la desconfianza se instauró en el rostro del chico que se hallaba frente a él, pero aun así respondió.
–Huir, esa cosa, planta, muto… Mató al chico del distrito dos en un segundo. Y luego está ese otro al que llamas Sean. Creo que está loco. Vió lo mismo que yo y sin embargo...–Se quedó callado, aterrado. Nolan no hacía más que observarle tan extrañado como curioso. Definitivamente no comprendía a Sean, creía hacerlo cuando lo vió enfrentarse a aquel muto. Estaba jugando pero no precisamente con los tributos sino con los Capitolios, intentando manejar el espectáculo a su manera. Sin embargo aquella mirada siniestra mientras le sugería el juego..., Tenía que ser una actuación, era lo más lógico. Ciertamente era incapaz de ver al chico pelirrojo como malvado, aunque capaz algo frío.
Por eso no comprendía como todos reaccionaban como si hubiese que tenerle miedo.
–No está loco. Solo es profesional. –Defendió a Sean un poco, intentando no delatar cuanto le simpatizaba. El Capitolio era obvio que lo sabía pero ese chico no, y no tenía porqué. –Afortunadamente estás mejor y no creo que él nos encuentre. No te preocupes. Jack dice que tienes un secreto sobre la arena, la verdad no sé si creerlo, pero sin duda esta no fue la mejor forma de conocer otro tributo. Soy Nolan. –Le tendió la mano ante la mirada del desconfiado chico, que no terminaba de entender sus confianzas.
–Radón. –Murmuró rehusando estrechársela y echó un vistazo a su alrededor, estaban en un rincón solos ante la oscuridad mientras los, imaginaba que, aliados, del chico del distrito ocho descansaban. Distinguía las piernas del chico alto del doce. Se quedó callado un momento, intentando distinguirlos a todos, pero la oscuridad no ayudaba y Nolan no parecía querer llevar su linterna hacia allí. De hecho la había soltado a la par que se sostenía el brazo mal vendado con tiras de su traje, como si de repente no lo notase bien.
La linterna se apartó un rato, a la par que él oía un suspiro masculino. Pero en cuanto intentó lanzarse sobre el dueño de la linterna fue empujado al momento, sus ojos enfocando los ojos azules del tributo masculino del distrito ocho.
–Ese brazo… ¿Dónde?–Se quedó callado observando, rezando para que el chico no se quitase las vendas ante él. No le gustaba la visión de la sangre. Nolan hizo una mueca.
–Los mutos del Capitolio no destacan por su simpatía. –Replicó con agrio humor. –Juraría que la limpié y desinfecté en su momento pero duele. Será porqué estaba horrible. –Su humor subió al ver que un pequeño túnel se abría en la pared, y le llegaba un paquete con un rollo de vendas, agua y medicamentos. –Conque así los mandan aquí...–Murmuró. A este paso juraría que su mentor se estaba arruinando con él, y no le culminaba de gustar.
El chico del distrito cinco arqueó una ceja al leer esa nota en voz alta. Dirección, ¿qué dirección? Inspeccionó los regalos: Agua suficiente para beber y limpiar un poco una herida, las vendas, y unas pastillas para infecciones y dolor, cuanto envidiaba la fama de algunos tributos ahora mismo. Se quedó pensando en lo que le había dicho el chico del distrito ocho, su secreto, era extraño, no poseía nada que pudiera categorizarse como tal a menos que…
Cynthia suspiró para luego tenderse mirando al techo, no sabía que hacer. Creía que tenerlo al lado espantaría las pesadillas, pero ahora que él era la causa no estaba segura de qué hacer. William no dejaría de protegerla, aunque ella no quisiera, no dejaría de matar por ella, por eso se había ofrecido a este espectáculo voluntariamente. Sabiéndolo era inútil disuadirlo, no lo conseguiría, aparte tampoco es que quisiese morir. Tenía una familia por la cual volver. Pero William, sus métodos…
No le gustaban, estaba siendo cruel y desmesurado, quizás lo hiciera para ganarse el favor de esa gente. Pero aun así no parecía que el sufrimiento en los ojos de otros le importase mucho.
–¿Podrías no mencionarlo Mill?–Le contestó William sentándose sobre la piedra de la montaña. –Ya es bastante difícil llevar todo esto para que me agobies con el tema de Cynthia. –La muchacha se río, sentándose a su lado sin pedir permiso.
– Perdona. –Dijo. –Estoy muy aburrida y por aquí no hay ninguna acción.
–Pues no sé si me hace gracia que me uses de entretenimiento. –Murmuró mirándola ceñudo.–Sabes que eso es lo natural acá, ningún tributo se acerca a la Cornucopia sabiendo quienes la vigilan. Y sin embargo te negaste a…
– Sean. –Pronunció con rabia. –No lo soporto. No creo que aguantase en el grupo que formó.–William rodó los ojos con una pequeña sonrisa. Se sentía como si estuviera lidiando con una niña caprichosa, un poco como su hermana, y no con una preparada profesional.
–Dejame decirte una cosa, yo no soporto a Robin y su forma de actuar como si ser profesional le diese el beneficio de hacer lo que quisiese. Y la técnica seductora de Giannira más que agradarme, me agobia. Pero tengo claro que si quiero luchar, si quiero vencer, los necesito de mi lado y no como enemigos ¿No deberías de pensar lo mismo de Sean? Es muy hábil.
–No lo entiendes. – Murmuró Miller apretando los puños, William negó con la cabeza.
– ¡Claro que sí! Perdí a mi hermana en favor de la supervivencia de Finnick Odair el año pasado. Sé lo duro que es eso. Pero también sé que la venganza no debería de dominarme. Todos los años vence una persona de veinticuatro, así son las reglas y tomarla con él no va a cambiar nada para mí. Ni para ti.–Explicó William con serenidad. Miller bufó.
–No, me refiero solo a eso, Will ¿Es que acaso no te das cuenta de qué hace Sean? Ese chico es peor que Finnick.–Protestó, para ella, que se había limitado a adiestrar en el arte de matar, alejada de todos, incluso de sus aliados, era demasiado obvio lo que hacía el chico del distrito cuatro, acercándose a todos. Buscando amigos y metiéndolos en contra de quienes no se dejasen embaucar. Jugaba a que no sabía nada de espectáculo pero era obvio, desde la charla que les dio ayer, que sabía más de lo que aparentaba. De no ser por ella y, tal vez, William, quizás tendría ya a todos los profesionales de su lado.
William por su parte negó con la cabeza, no entendía la comparación, el vencedor del distrito cuatro había ganado de una forma bien distinta de la estrategia de Sean. Siendo adorable y embaucador. Sean a su parecer era muy inteligente pero también valeroso, y usaba esas cualidades en favor de la alianza, no en su contra. No veía momento en que el chico pelirrojo pudiese estar manipulándolo, como sí había intentado Jack, en su momento.
– ¡Arg! No puedo creer que no veas la forma en que ese chico intenta dirigir los juegos, de verdad que no. –Siguió protestando Miller cuando el cielo se iluminó, mostrando el himno y una sola cara.
– Robin. –Susurró William asombrado. –¿Cómo es posible?–Miller se encogió de hombros.
–No estoy segura pero cada vez quedamos menos. Dos tributos y deberemos afrontar a la alianza del chico del distrito siete. William, quería proponerte algo.
– Habla. –La invitó él. Dos tributos, quizás menos, antes de encararse con Nolan, y aun no sabía que hacer. Como llevar ese enfrentamiento sin que Cynthia saliese perjudicaba. No quería que la muchacha hiciese ninguna locura pero no sabía como evitarlo.
–Tienes razón en que la venganza no va cambiar nada para mí. Pero es lo único que tengo, el resto lo perdí al caer mi novio y mi mejor amiga en aquella arena. Si gano no me quedará nada salvo aguantar una rabia eterna frente a Finnick Odair, lo cual no es muy alentador. Podría ayudarte, William, romper la alianza junto a ti llegado el momento; solo si tu me ayudas a mí.
– ¿Qué te dice que necesitaré tu ayuda?–Gruñó William. Ella se rió.
–No seas ingenuo, Will, aparte de tu novia no tienes ningún amigo en estos juegos. Nadie que te ayude si otra persona decide romper la alianza. Yo podría hacerlo, llevarte al final, matarte, matarme a mi misma frente a tu novia, incluso. Y tú… Solo tendrías que olvidarte de que conoces a tus aliados y dejarme actuar como quisiera ¿Qué importa de todos modos? Todos deben morir para que ella viva.
–Lo sé. –Admitió William, tenía razón pero quería evitar llegar a un trato de estas características, aunque lo hubiese meditado como método para llegar al final. Quería evitar que la gente odiase a Cynthia al regresar, pero no sabía como lograrlo.
“Quizás deba dejar de pensar en construir un mundo ideal para ella al regresar. Al fin y al cabo me perderá para siempre, estará triste igual.” Pensó. Sí, era mejor cerrar sus sentimientos en favor de su deseo en estos juegos, de eso iba el espectáculo de todos modos.
Pensase lo que pensase de él Cynthia seguiría viva, y eso era lo primordial.
– Está bien. Te ayudaré. No es que tenga otra solución en mente de todos modos–Se resignó, Sean era peligroso en esta alianza, sabía demasiado del juego. Miller también lo era, pero con ella se llevaba mejor. Quizás podría controlarla al final.
Miller sonrío maliciosamente, al fin. Todo estaba bien planeado, todo estaba bien sellado. O al menos lo habría estado si no hubiese surgido la voz de Cynthia.
– No lo hagas William.
“Quizás deba dejar de pensar en construir un mundo ideal para ella al regresar. Al fin y al cabo me perderá para siempre, estará triste igual.” Pensó. Sí, era mejor cerrar sus sentimientos en favor de su deseo en estos juegos, de eso iba el espectáculo de todos modos.
Pensase lo que pensase de él Cynthia seguiría viva, y eso era lo primordial.
– Está bien. Te ayudaré. No es que tenga otra solución en mente de todos modos–Se resignó, Sean era peligroso en esta alianza, sabía demasiado del juego. Miller también lo era, pero con ella se llevaba mejor. Quizás podría controlarla al final.
Miller sonrío maliciosamente, al fin. Todo estaba bien planeado, todo estaba bien sellado. O al menos lo habría estado si no hubiese surgido la voz de Cynthia.
– No lo hagas William.
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Nota: No hay muertos, lo sé, es otro regalo :P #OkNo. Solo se me alargó mucho y no comencé el día siguiente. Pero creo que la enorme info del capítulo lo compensa xD