Tributos

Lee el último capítulo publicado :)

Epílogo: La impulsora de un nuevo juego

Quisiera pedir perdón por no publicar, pero lo cierto es que lo hice adrede ya que los martes estoy bastante ocupada con clases mañana y tar...

lunes, 20 de julio de 2015

Capítulo 29: Secretos percibidos tras las luces

¡Por fin tengo algo de tiempo para seguir escribiendo y publicando este fic! Mi inspiración sigue reticente pero poco a poco saco capítulos. En cuanto al curso, lo resumiré en que no sé porque dejé de publicar, no sirvió de mucho. u.u. Sin embargo no es un tema que me apetezca tratar ahora mismo así que os dejo el capítulo previsto.



Capítulo 29: Secretos percibidos tras las luces


El cañonazo hizo que Jack prácticamente se sobresaltara, se había subido a un árbol para poder ver mejor los alrededores ya que le había tocado la segunda guardia de la noche. Hace apenas una hora habían pasado las caras de los tributos muertos y le había costado lo suyo afrontar la de Melania con indiferencia. Aquella niña era demasiado adorable e inocente para que no le marcase, aunque se alegraba de que no hubiese sufrido. Nolan, en su papel de rebelde, les había pedido despertarle entonces, para luego dedicarles sus respectos a todos los tributos caídos, especialmente a la compañera de Cris y a Melania; acto que le había hecho honrarle. Era obvio su propósito aquí, algo admirable a la par que peligroso, temía que los vigilantes atrajesen a los profesionales hacia ellos demasiado pronto por ello. Los cuales, tenía que reconocer que se habían esmerado este año. La arena invitaba a todo menos a la prudencia, era hermosa, simple y llanamente hermosa, viéndola uno se olvidaba fácilmente de que estaban en un campo de batalla. Era un buen lugar para morir.

Solo que yo no quiero morir” Pensó reflexivo y dirigió la vista hacia el lugar del cañonazo, habían sido los profesionales, seguro, la primera caza de la noche y posiblemente no la última.

—¿Están muy cerca?—Intervino Nolan tras él y Jack prácticamente pegó un respingo, el chico del distrito ocho no se había vuelto a dormir desde que habían aparecido las caras de los chicos muertos y había salido a ver a que se debía el cañonazo. Otra víctima más a este espectáculo grotesco, intentaba retenerse para no gritar todas las injurias que se lo ocurrían sobre el Capitolio. No porque no quisiera sino porque sería contraproducente. No quería matar a nadie en estos juegos y es lo que tendría que hacer si sus gritos alertaban a los otros tributos, luchar, defenderse, matar...Justo lo que quería evitar, convertirse en otra pieza más.

—No demasiado, pero quizás no nos convendría quedarnos a campo abierto. —Contestó Jack entonces, intentando ver algo tras la maraña de árboles pero era complicado. El bosque era demasiado frondoso de noche y su linterna no llegaba tan lejos, unicamente había podido ver algo que le sonaba como a luz, pero no podía afirmar con exactitud a que tributos pertenecía. Tenían un refugio a unos pasos de allí, un pequeño hueco entre unos matorrales, surgido a partir de un desnivel que los permitía ocultarse bajo tierra. Y, debido a sus antiguos planes de espiar a los profesionales, Jack había pasado el suficiente tiempo en los estándares de camuflaje y plantas para aprender a ocultarse y sobrevivir. No era su plan original, pero era mejor que nada. —Volvamos al refugio y cuando nos aseguremos de que no van a pasar por aquí, intentemos huir a otro sitio. —Terció en tono autoritario, bajando del arbol a la vez que pensaba ya en un plan, y Nolan asintió. Desde el inicio de los juegos, la inteligencia de Jack le había valido el puesto de líder del grupo; pero ahora, estando en la arena, era cuando salientaba más esa capacidad. Cris le ofrecía consejos sobre la arena y algunas plantas y animales del bosque y en conjunto compartían conocimientos, pero al chico del doce no se le daba demasiado bien hablar y menos crear planes. Y a Nolan no le favorecía estar delante, la prudencia no era su fuerte y en los juegos había desafíos que a uno podían costarle la vida. —La pradera sería perfecta, aunque no tiene muchos escondites. Un lugar donde nadie nos ubicaría y, según recuerdo del entrenamiento, muchas de sus flores son venenosas, nos dará ventaja. —Nolan le fulminó con la mirada a esto último pero el chico del distrito siete lo ignoró. Los profesionales entrenaban desde niños para convertirse en peligrosos asesinos, desde el inicio de los juegos, comparado con eso, que él planease envenenar al resto de tributos era incluso leve.

Aparte, ni siquiera sabía si funcionaría.


Cris pestañeó espabilándose un poco al sentir un cañonazo cercano, uno menos, esperaba que no fuese Annabelle, aunque quizás fuese mejor que sí, iba a dolerle igual pero cuanto antes mejor. Con suerte los profesionales se encargarían de los que eran tan débiles como ella o más y llegaría al final junto a ellos. Era un pensamiento macabro pero le resultaría más fácil matarlos a ellos que al resto de tributos, aquellos que arrastraban una vida de penumbras y hambre, al igual que él. Desnutridos como su compañera de distrito o el chico del distrito once, muertos en el baño de sangre, entre otros, le daban más pena que otra cosa y no se imaginaba matándoles. Al menos los profesionales, con sus clases de “como aprender a matar en menos de un segundo”, tenían esa sonrisa satisfactoria que te hacía pensar que lo merecían. Brevemente recordó a la chica del distrito dos en el baño de sangre, riéndose ante la masacre como si aquello no fuese más que un juego infantil y con ese cántico tan estridente. Le repugnaba.

Un silbido atrajo su atención y al asomar la cabeza a través del refugio pudo entrever a Nolan y a Jack acercándose a él, les hizo señas rápidamente para que se apuraran. El cañonazo había sido en el bosque y teniendo en cuenta la determinación de William en matar a Nolan, no pararía hasta encontrarlos. Tenían que ser astutos, esconderse, esperar y moverse justo en el momento indicado pero antes de ello tenían que tener un destino.


Un destino, una meta, un objetivo, aquellas palabras flotaban en la mente de la joven del distrito 11 mientras observaba a los “cazadores” desde las ramas de un árbol en donde se ocultaba gracias a sus ropas oscuras y la oscuridad. Jara. Era una pequeña huérfana de quince años que había tenido que aprender a sobrevivir recolectando alimentos a escondidas de los agentes de la paz y trepando, cuanto más rápido y alto mejor, a los árboles para escapar de su fiereza y duros castigos. Como consecuencia a esto había adquirido una valentía, discreción y rapidez inusual. Podía subir árboles a una velocidad sorprendente y columpiarse entre las ramas. También era muy ágil y, como muchos de los que vivían en condiciones precarias en el distrito, su valentía a la hora de sobrevivir había ido derivando ligeramente hacia inclinaciones rebeldes. Inclinaciones que la convencían de luchar, no por si misma, no le interesaba regresar a su distrito, nadie le esperaba allí, pero había algo que había despertado en ella cuando Annabelle le habló de Nolan en el centro de entrenamiento, ganas de ayudar, de luchar... Por eso hacía todo esto, quería ayudarle a vivir, quizás él pudiese cambiar algo.

La linterna de la chica del cuatro se orientó hacia arriba unos instantes y ella se estremeció, apretando fuertemente la pequeña lanza que se había hecho a base de ramas y madera. En los entrenamientos había descubierto que no se le daba demasiado mal y ante la imposibilidad de acudir a buscar armas en la cornucopia había decidido fabricarse una. Se replegó entre las sombras ante la falta de interés de la profesional, parecía muy aburrida, diseñando figuras con la luz mientras sus compañeros charlaban entre ellos como si no estuviesen en una cacería. No era una actitud habitual entre cazadores pero tampoco era de extrañar, los profesionales eran arrogantes por naturaleza, creían tener la victoria entre sus manos desde el inicio y por ello no reparaban en medidas como la discreción o el sigilo. Se fijó en que William y Miller estaban bastante próximos el uno del otro, hablaban de algo, desde su posición no lo podía captar muy bien pero era como si estuvieran apostando sobre cuales tributos encontrarían primero. Era terrorífico. De vez en cuando el chico del dos intervenía pero en general se limitaba a callar y vigilar a la chica del cuatro, Giannira, la cual pareció verla por un instante, ¡no! La había visto, lo veía en sus ojos...Más la chica del cuatro ni siquiera gritó, solo le hizo una seña, una dirección...

Estaba de su parte.


Giannira apagó la linterna un poco aliviada al ver a la chica del distrito once partir, para luego volver a encenderla ubicándola hacia otra dirección desconocida; sabía que no debería ayudar a otros tributos, que una muerte más significaba un paso más cerca de casa, pero después de ver lo que había hecho Miller con el chico del distrito 10 no le quedaban ganas de meter más tributos al alcance de esa psicópata. Al menos Robin era directo y tampoco parecía regodearse en el sufrimiento ajeno como William, era como si el asunto le fuese indiferente. Según recordaba le había comentado, durante los entrenamientos, algo así como que no le preocupaba matar porque aquello era algo para lo que estaban preparados en el distrito 2, donde les enseñaban ejecuciones casi a diario y algunas maniobras muy efectivas de tortura. Eran como soldaditos al servicio del Capitolio, algo que no sabía si le causaba temor o asco. Odiaba tanto como temía a Miller pero el chico era diferente, menos sádico. Iba por la gloria, no por la violencia gratuita y eso lo hacía apreciarle. Aunque debía admitir que era era algo idiota, ¿realmente confiaba en que Sean no iba a tocarle solo por que le ayudase a mantenerla viva un poco más? Solo había dos personas a las que su compañero de distrito no podría matar, sí mismo y ella, los demás eran como...piezas de cristal descartables.




—Giannira, ¿vienes? —La voz de Robin llamándola prácticamente la hizo sobresaltarse al ver que se había quedado demasiado tiempo parada en un solo sitio. Imaginarse a los tributos como piezas de cristal le hacía pensar en Sean, su cálido y encantador “chico sin miedo”, recordaba fielmente que una de sus grandes pasiones era el mosaico, crear hermosas obras de arte a base de cristales o inmortalizar todo lo que bello que registraban sus ojos en cuadros era demasiado fácil para él. —¿O es que acaso has visto algo que te retrase?—El chico del distrito dos se acercó a ella observándola con una maliciosa sonrisa y ella negó con la cabeza. —¿Algún tributo tal vez?—William y Miller levantaron la cabeza interesados al oír la palabra “tributo” y la chica del distrito dos acudió dando saltitos, emocionada, a junto de ella. Volvió a negar aunque no se le escapaba la mirada perspicaz que le había lanzado William, tenía que inventar alguna mentira que le contentase. Algo que se podían encontrar en el bosque como...




—Nah, solo una ardilla. —Casi pudo oír al chico del distrito 1 bufando aburrido mientras que ella se contentaba de mostrar una sonrisa inocente para las cámaras. Que los vigilantes se preguntasen lo que quieran, no iba a sobrevivir, lo tenía asumido y los tributos morirían tarde o temprano. No había razón para apresurar las cosas. Miller, en cambio soltó un gruñido lastimero y dijo casi saltando indignada.

—¿Una ardillita? ¿Y no se te ocurrió intentar atraparla? Nos habría aportado alguna diversión. —¿Estaba hablando de torturar a un pobre animal? Definitivamente esta chica estaba desquiciada. ¿También se volvería ella así si Sean venía a morir? Esperaba que no, más aun temía la reacción contraria, quedarse sin fuerzas, sin ganas de luchar... ¿Cual opción era peor? La primera evidentemente, los tributos no tenían la culpa de su desgracia aunque el Capitolio sí.

—¿Como Miller?, ¿subiéndose al árbol?—Terció Robin intentando defenderla. —Dudo mucho que le hayan enseñado eso en un distrito donde más de la cuarta parte es mar. —Recordó astutamente y Giannira le sonrió agradecida. —No sé que se te pasa por la cabeza. —Ella le fulminó con la mirada antes de responder.

—Solo quiero di-ver-tir-me—Recalcó cada sílaba con una precisión asustante. —¡Oh, vamos Robin!, ¿en serio no has visto donde apuntaba? ¡No parabas de mirarla! —El chico del distrito dos se sobresaltó algo temeroso pero finalmente señaló a los árboles de arriba. —¡Ardillita!—William soltó una carcajada al oírla llamar al animal con un tono demasiado dulce para pertenecer-le, cada vez le recordaba más a Rubí. Ella también había sabido poner miedo en su tiempo aunque en realidad era adorable, como una serpiente. —¡Veeeen no te haremos daño! —Volvió a reírse por lo bajo y emprendió el camino tras la profesional desquiciada, al menos le aportaría algo de diversión.


Jara se sobresaltó al oír un grito casi estridente y tuvo que agarrarse a la rama del árbol para no caerse del miedo. Temblaba como una hoja preguntándose si Giannira la había traicionado, no tenía razón para salvarla salvo quizás la compasión. La chica del distrito dos estaba desquiciada, definitivamente, volvió a cerrar los ojos intentando convertir el miedo en adrenalina y saltar para salvarse. Ardillita, ¿era un apodo o acaso la confundía con un animal? Prefería la segunda opción, era más llevadera. Consiguió saltar hacia otra rama frenética y al mirar hacia abajo pudo atisbar una cara conocida. —Nolan. —susurró. —Tenéis que esconderos. —Él levantó la mirada y casi suelta una carcajada sorprendido, al verla arriba, se había quedado de pie ante el refugio para observar mejor si había alguna amenaza. No podía dormir bien de todos modos y la guardia de Jack había acabado hace unos segundos. —¿Donde están los demás por cierto?—El chico del distrito ocho señaló a un desnivel donde, si enfocabas bien con la luz, podías ver a dos bultos confundirse entre la maleza, era difícil pero tampoco imposible. Deslumbrado Cris abrió sus ojos grises y la chica sonrió fascinada por el truco.

—Buena idea.—susurró.—Se te ocurrió a ti?—Nolan negó con la cabeza y señaló al otro montón con una sonrisa maliciosa. Jack dormía tan plácidamente que no se enteraba de nada.

—Cosas de Jack —Resumió en voz alta, seguro que a los patrocinadores les encantaba eso. — ¿Qué pasa?—bajó la voz a la par que la llamada escandalosa de Miller le daba la respuesta, soltó una carcajada al oír el nombre de ardillita, a la par que Jara volvió a sobresaltarse casi temblando, inspiró hondo.

—Tengo poco tiempo. —Informó la chica simplemente en un susurro casi inaudible. —Si te encuentras con los profesionales, solo recuerda esto. —situó cuatro dedos sobre la luz de la linterna del aludido y este entreabrió los ojos sorprendido al comprender lo que quería decir. —Quizás te ayude a vivir. —Otro salto más y estaba fuera de su vista, no se le escapó el suspiro aliviado de Cris al verla, su tranquilidad solo significaba una cosa, Annabelle estaba bien y mientras estuvieran en altura las dos estarían bien. Tendría que hablar con Jack sobre aprender a trepar árboles, quizás no fuese tan díficil. Rápidamente Nolan espabiló al chico del siete para luego buscar un escondite más indicado cuando los profesionales penetraron en el claro que se hallaba una colina más arriba y tuvieron que ocultarse. Robin estaba molesto y cansado y parecía a punto de protestar, estaba claro que aquello de ir en grupo no le iba demasiado bien, pero se callaba y seguía adelante por seguir vivo unas cuantas horitas más, al igual que la chica del distrito cuatro. Le sorprendió verla allí, no parecía la típica profesional asesina pero todos podían sorprender.


—¡¿Donde está?! —Miller pataleó rabiosa mirando al cielo con auténtica rabia al ya no distinguir movimiento entre las ramas. —¡¿Donde demonios está?! —Volvió a patalear rabiosa cuando William la frenó con el brazo. A lo lejos unas ramas del árbol parecieron agitarse en una dirección más ni siquiera las advirtió. Solo Giannira que se contentó de sonreír como si no hubiera pasado nada y dibujar figuras distraídamente con la luz de su linterna. Jack se agazapó al verla pasar demasiado cerca, pero ella actuó como si no lo hubiese visto a él también, no le interesaba matar a nadie ahora mismo.

—Déjalo Miller, estás haciendo el rídiculo otra vez. —Reclamó William autoritario y la expresión de la chica del distrito dos cambió de repente, no parecía enfadada como con otros pero tampoco le tenía miedo. ¿Confianza, tal vez? Aquello era interesante. —Tus gritos debieron de espantarla al igual que a los tributos. Volvamos a la Cornucopia, estoy cansado. —Los otros chicos asintieron más Jack no se permitió respirar hasta que estuvo seguro de que se hallaban muy lejos, ¿Giannira acababa de ayudarle? ¿Por qué? Comenzaba a deberle cosas a la preciosa profesional y aquello no le gustaba nada…
________________________________________________________________________________

Sí, lo sé, dije que procuraría no añadir una historia por tributo desde que utilizo la visión del Capitolio, pero no sé, las malas costumbres no se olvidan tan rápido. XD. Espero que os haya gustado el capítulo a pesar de la falta de muertes, ultimamente vienen unos pocos así, interesantes pero sin muertes. ¡Más tened paciencia, solo llevamos una noche de arena! Para quejas, comentarios y derivados dirigios al cuadradito de abajo. ¡Hasta pronto!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Queridos tributos, aunque me encanta que esteis aquí y me leáis, me gustaría aún más que me dejarais vuestra opinión. Es lo que me anima a seguir la historia más que nunca.^_^