Capítulo 1: Cynthia y William
Cynthia encendió la luz,
mientras sus ojos intentaban acostumbrarse a la tenue luz del amanecer,
aún era temprano, pero tenía miedo de volver a dormirse. De volver a
envolverse en pesadillas que no parecen tener fin. Pesadillas sobre los
juegos del hambre.
Y con razón, hoy es día de cosecha.
A pesar de ser del
distrito uno, Cynthia nunca ha apreciado los juegos, le parecen un
espectáculo horroroso, los de su distrito no suelen perder y si lo hacen
suele ser cerca del final de los juegos. Pero aun así le parece un
espectáculo grotesco, tanta violencia gratuita junta... Es horrible.
Le cuesta creer que haya
gente que se presente voluntaria para esas cosas, pero gracias a esos
valientes, niños de doce años y chicas asustadizas, que no saben empuñar
ni un cuchillo, se han librado de una muerte segura.
Ella, sin embargo, con
quince años y una fuerte reticencia a todo lo que tenga que ver con
matar, no esperaba ser salvada, demasiadas chicas que la odian o
simplemente le tienen envidia. Es linda, pero no demasiado, parece poca
cosa en comparación con esas "bellezas" artificiales que buscan
desesperadamente llamar la atención. Tampoco es demasiado fuerte, aunque
desde que pisó la academia no es una enclenque, ni de las más
reconocidas, no tiene ningún éxito acumulado. Y sin embargo ha
conseguido el corazón de uno de los jóvenes más cotizados del distrito,
el, a menudo, denominado, "chico malo de la academia", William Turner.
Su única solución para
lo que podría suceder fue apuntarse a la academia, entrenar duro, por si
algún día tiene la mala suerte de salir elegida, poder defenderse y así
arreglárselas en la arena. Es la única solución que le queda para
asegurarse la supervivencia durante el mayor tiempo posible en los
juegos o incluso ganarlos. Aunque la mayor parte de las veces es incapaz
de imaginarse esto último, le horroriza el simple pensamiento de tener
que matar a otra persona. Sabe que seguramente, de llegar a los juegos,
no tendrá más remedio que hacerlo, pero sigue sin entusiasmarle la idea.
Suspiró y se levantó,
quizás tendría suerte y William se había levantado temprano para
entrenar un poco antes de la cosecha, entonces podrían hablar y pasar un
rato juntos. Antes del momento decisivo de elección de tributos. Cuando
todos los jóvenes de entre doce y dieciocho años tendrían que dirigirse
a la plaza donde los alinearán y separaran por edades. A mayor edad,
mayor número de papeletas con tu nombre. Es de agradecer que este sea
uno de los distritos más ricos y mimados por el capitolio. Nadie tiene
que pedir teselas, nadie tiene la suerte de ser elegido más veces de las
que permiten su nombre. Todos tienen las mismas probabilidades de
acabar en los juegos.
Cynthia se vistió con
algo sencillo, una falda recta sencilla y una camisa un poco ajustada
pero cómoda, se apartó el pelo rubio claro, el cual no le llegaba más
lejos de los hombros con una diadema clara y transparente. Hace unos
años lo tuvo más largo pero después de que le hicieran una "venganza"
pintándose-lo con pintura fuerte y casi indeleble, lo cortó hasta que no
quedó nada de lo pintado a la vista. Una vez vestida y peinada, bajó a
la cocina a desayunar. Obviamente, ni su madre, ni sus hermanos estaban
aún levantados. Excusó de despertar a los criados y ella misma se
preparó unas tostadas con mermelada de moras, proveniente de los
distritos cultivadores en donde abunda esa fruta. En la tele se podían
ver retransmisiones de antiguos juegos, que no servían de mucho para
levantarle la moral, y menos luchar contra las pesadillas.
Como aún no habían
comenzado los juegos de este año no tenía por qué ver eso, así que apagó
el televisor y terminó su desayuno en total tranquilidad. En cuanto
acabó, le dejó una nota a su familia y salió a la calle.
El día estaba nubloso,
quizás lloviera, aunque sería extraño, ¿lluvia en el día de la cosecha?
No, lo más probable es que empiece a llover después, o antes, estaba
segura de que el capitolio jamás dejaría que un día de juegos se viese
arruinado por el mal tiempo. Y en caso de que no se pudiera encontrarían
un lugar más cubierto o como último recurso, cubrirían la plaza. Podían
hacerlo, una vez lo hicieron.
Por suerte hoy no tenía
pinta de llover mucho y menos durante mucho tiempo, por lo que no habría
que recorrer a semejantes métodos. Y es un alivio, la última vez que
cubrieron la plaza casi parecía un encierro, aunque dejaban a la gente
salir, siempre y cuando se dirigiesen a un lugar donde habría opción de
ver los juegos. Al menos cuando los retransmitían, ya que no los ponían
veinticuatro horas sobre veinticuatro. Solo de día y a horas en que
todos pudiesen ver como sus hijos caminan hacia la gloria, o hacia la
muerte.
El distrito uno no
siempre ganaba los juegos, pero lo hacía a menudo, todo era por culpa de
la academia. Estaban más preparados que los otros tributos, era ilegal,
pero el capitolio les dejaba hacerlo.
Cuando llegó al centro
de entrenamiento comprobó que este estaba abierto. A pesar de que
faltaban pocas horas para la cosecha, aún había gente en su interior
entrenándose. Pasó de coger las armas y se dedicó únicamente a lo que
había venido. William. Unos chicos pasaron hacia la salida, no sin antes
saludarla amablemente, y ella aprovechó el saludo para preguntarles por
su chico. Seguía dentro, contestaron, en el gimnasio.
Aunque pareciera mentira
había gente amable tras la academia, no todos pensaban en la gloria de
los juegos, muchos pensaban, simplemente, en sobrevivir y una minoría
eran obligados por unos padres que temían a la cosecha más que a nada en
el mundo.
Podía decir que pertenecía a la segunda clase, supervivencia, pero no le gustaba encasillarse en nada.
En el gimnasio ya
quedaban pocas personas, una chica atlética tras la cinta de correr, un
chico de pelo rizo que hacía abdominales, Thimoty, al cual conocía de
vista y el chico al cual amaba, William.
Lucía sin camiseta, su
torso, algo sudado, al descubierto, mientras levantaba pesas, Cynthia se
le quedó mirando durante una milésima de segundo, estaba muy atractivo
así, sus músculos se revelaban a cada movimiento. Intimidaban un poco
sí, pero aun así eran perfectos, al igual que él. Sacudió la cabeza
recordando que no estaba sola y se acercó.
– Descansa un poco,
Hércules, o estarás demasiado exhausto para los juegos – bromeó al
llegar, él sonrió y dejo las pesas, sentándose en la colchoneta. Y le
indicó que se sentara a su lado.
–En realidad, hace
tiempo que ya no me importa acudir a los juegos tanto como antes. —
confesó. –Sino que si... Si voy, tendré que dejarte. — Cynthia no se
sorprendió, eran pareja, es normal que él pensara así. Aun así el hecho
le provocaba una inmensa alegría, que ella le importara más que los
juegos, era increíble, nunca se lo imaginaría.
– ¡Oh!, no te preocupes
por eso, te esperaré— Dijo, intentando animarle. — Porqué ganarás. Eres
fuerte, atlético, estás bien entrenado y, quitando arcos y armas a
distancia, eres un as de las armas. Sí, créeme William, de salir elegido
vencerás— Afirmó convencida.
– ¿Y tú?— Preguntó William, tras un rato de silencio. — ¿No te preocupa salir elegida?
¡Claro que sí!, ¡le
preocupa sobremanera! Es más, siente que hoy es su día, que saldrá
elegida en la cosecha este año, por eso tiene tanto miedo.
–Confió en que no lo
haga— Dijo ella, simulando una sonrisa optimista, justo lo que había
planeado para esa pregunta. William no podía saber que ella ya imaginaba
lo que iba a pasar. Que sería justo lo contrario, su nombre saldrá
elegido. Irá a los juegos.
O al menos ese es el presentimiento que tiene.
Sin embargo, como no
deseaba preocupar a nadie y menos a él, el que con el tiempo se ha
convertido en el amor de su vida, optó por fingir que no pasaba nada y
se dedicó a hablar de cosas triviales hasta que se les pasó el tiempo de
armonía.
– Bueno, fin de la
cuenta atrás – Dijo él, cuando uno voz por los altavoces les comunicó
que la academia se cerraría en breves y que todos los estudiantes debían
salir y reunirse en la plaza en media hora. Los que no fueran, eran
llevados a la fuerza, si se resistían morían, o peor, eran convertidos
en avox. Un "traidor" cuyo castigo consistía en que se le cortaba la
lengua y condenaba a servir al capitolio. Como poco más que un criado.
Muchos acaban sirviendo a los niños que van a morir en los juegos del
hambre. Es un castigo cruel.
Esa parte no la decían, no, pero se intuía, y ninguno era demasiado valiente para comprobar su certeza.
Los distritos eran como
animales en un corral, demasiado cobardes como para intentar huir,
mientras los llevan al matadero. Porque eso es lo que son los juegos del
hambre, un matadero. Veinticuatro niños son enviados allí, solo uno
sobrevive.
Oh, sí, un maldito matadero.
Cynthia y William se
levantaron dirigiéndose hacia la salida con prisas, eran los únicos que
quedaban y a ninguno le apetecía que los sacasen a la fuerza.
Cuando llegan, están
cerca y aun así para ella la distancia que los separa es insalvable.
Dentro de media hora los separarán por sexo y edades, encenderán una
pantalla con imágenes de los antiguos horrores de los juegos. Empezaran
los siguientes y dirán su nombre.
Y ella... No volverá jamás a ver a William.
La idea la horroriza y
durante un minuto no puede pensar en nada más, la plaza, su nombre
resonando en los altavoces, ella soltada en arena, muerta en el baño de
sangre, atacada por algún tributo... Esta será la última vez que se
verán, tiene que ser inolvidable.
Y así lo será, piensa Cynthia mientras acerca sus labios a los de él.
Fuego, pasión, ardor,
desesperación y tristeza... Esas emociones han sido percibidas solo en
un momento, en aquel beso tan intenso que ella le ha ofrecido como si no
hubiese un mañana. William se preocupó, ¿hay algo que no le ha dicho o
simplemente tiene miedo de salir en la cosecha?
De todos modos alguien se presentaría voluntario, ¿o no?
Mejor no pensarlo, la simple idea de perderla lo horrorizaba.
– ¡Waouh!– Solo alcanzó a
decir en cuanto se separaron. – ¡Sí que tienes energías, hoy!— Bromeó,
provocando una risita hermosa en la muchacha.
– Nos vemos en la plaza— Se despidió ella.
– ¡Ponte guapa!— Contestó él.
Y así se despidieron, sabiendo que pronto, en la plaza, todo se decidiría para ellos.
hola¡¡ me encanta tu capi ^_^ sigue así:) podrias afiliarme?¿ Gracias
ResponderEliminarMe alegro de que te guste. Claro, pero afiliame tu a mi también,¡eh! :)
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EliminarA partir de hoy me lo leere! está muy bien
ResponderEliminarpor cierto sabes sobre la historia de beaty? Vuelve y esta vez terminada, más información aquí:
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