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Epílogo: La impulsora de un nuevo juego

Quisiera pedir perdón por no publicar, pero lo cierto es que lo hice adrede ya que los martes estoy bastante ocupada con clases mañana y tar...

domingo, 12 de febrero de 2017

Capítulo 39: Primera explosión

Tengo una racha utimamente, ya llevo tres capitulos de golpe en unos días y no creo que me cueste conseguir el cuarto cuya única pega es que va a ser, muy, muy, movido. Y es que entre unos planes y otros nos acercamos a la final, una final que, en definitiva, va a cambiar muchas cosas, pero para eso todavía faltan bastantes capítulos. Entre ellos este. Disfrutenlo :D


Capítulo 39: Primera explosión


Nolan desvió, por enésima vez, la mirada a las paredes del túnel, donde se hallaba junto con sus aliados, al sentir como se movían, tan extrañado como inquieto, no, inquieto no, tenso.

Y es que no dejaba de pensar en el encuentro con Sean, su ataque y el porqué se negaba a pensar que fuera traición, a quién visaba el chico del distrito cuatro al lanzar, Jack; pero también, el hecho de que no hubiese ninguna trampa en su camino, como ahora, hasta que aquella pared se cerró de golpe.

Y el como los túneles se habían movido, poco después, para que se encontrase con sus otros aliados, sin problemas. La acción se había acabado, había llegado la calma, pero era una calma programada.

Y todo eso era algo demasiado bien calculado para tratarse de azar, de un juego para confundir, al contrario, era como si todo en esas cuevas fuese controlado por los vigilantes. Y aquello no le gustaba nada.

No lo gustaba sentirse controlado de esa forma, sabía que era inevitable, ya que toda la arena era su terreno, pero seguía sin gustarle.

Aun así, no es como que pueda hacerle mucho, no puedo salir de aquí a menos que decida seguirles el juego.” Pensó, intentando volver a centrarse en el camino de sus compañeros, de los cuales Jack y Chris ya se hallaban junto a Maika, no quedarse atrás como estaba haciendo. Intentando nivelar su incomodidad. Annabelle, por su parte, se detuvo, observándole preocupada, y retrocedió.

–¿Qué te pasa?–Le susurró, Nolan la observó algo sorprendido, pero no dijo nada. –Estás muy tenso. –Suspiró.

–No sabría decirte, pero esto no me gusta nada. –Ella miró al frente, donde el chico del distrito cinco intentaba guiarles, aunque a estas alturas era obvio quiénes estaban siendo sus auténticos guías en estos juegos.

–A mi tampoco. –Desveló, ahora observando a Jack y Maika, que caminaban de una forma demasiado tranquila para estar al cuarto día en la arena. –Es como si estuviera caminando sobre cristales. –Desveló.

–Extraña metáfora, dado que los cristales que buscamos serían la parte “buena” de estas cuevas. –Precisó, observando la pared lateral, todavía inquieto, Annabelle por su parte lo miró sin comprender.

–¿A qué te refieres?–Preguntó, no comprendía, ¿no era que se sentía incómodo con alguien tan determinado a seguir sus reglas como Jack? ¿Alguien para quién los tributos no parecían ser ya personas desde que se había juntado con la chica del distrito nueve? Ella lo hacía.

–¿A qué te refieres tú?–Replicó el chico, más centrado en ella que en el camino que, se supone, deberían estar siguiendo.

–Jack. –Dijo directa, señalándole con la cabeza. –Y Maika, los dos llevan desde ayer portándose como si nada, ni nadie, les importase salvo ganar. Aunque bueno, ella ya me miraba como si no fuera útil para ella desde que nos conocimos. No dejo de preguntarme cuanto tardarán en matarme.–Nolan observó entonces a Jack y Maika, era cierto, desde que se habían vuelto a juntar, en aquellas cuevas, su aliado ya no parecía él mismo. Estaba demasiado tenso, analizando a los demás como si fuesen objetivos que eliminar y, o, manejar en la dirección adecuada para ganar.

Pero bueno, era normal, Jack quería ganar, todos querían ganar, y a cada día que pasaba era más difícil para unos y otros mantener la fachada de chico amigable. El único que no tenía problemas era él.

Porque yo no estoy fingiendo.” Pensó, era su forma de luchar, no controlar sus sentimientos, dejarlos ver, guiándose por ellos para ganar. Asintió.

–Hablando de matar, ¿cuánto crees que le falta a Radón?–Preguntó, señalando al chico del distrito cinco, justo en ese momento Chris advirtió que llevaba un rato sin sentir los pasos de los tributos del distrito ocho, el mismo que llevaba escuchando susurros casi inaudibles por parte de ellos. Y se viró, regresando sobre sus pasos.

–Nolan, Annabelle, ¿se puede saber qué habláis? ¡Venga, por favor! No os quedéis atrás. No sabemos cuando los vigilantes decidirán separarnos de nuevo. –Les ordenó, algo autoritario. Annabelle asintió, agachando la cabeza.


–Nada importante, perdona. –Articuló, e iba a seguir su camino para cuando Nolan sonrió diciendo:

–En realidad, estábamos debatiendo cuanto tardarían nuestros “amables” aliados en matar a Radón, después de que los vigilantes nos muestren el camino hacia la pared brillante ¿Quieres apostar?

Chris negó con la cabeza reticente, pero dudoso, él mismo había visto lo tan poco que había vacilado su aliado al golpear al chico del distrito cinco, para utilizarlo poco después, menos en proponerle aquel trato tan arriesgado como disparatado. En cuanto a las cuevas, después de lo que le habían dicho que había ocurrido Nolan y Jack, la última vez que se separaron, ya no parecían sus trampas tan dispuestas al azar.

Y a la vez, se negaba a creer lo que insinuaba Nolan, le hacía sentirse demasiado controlado, lo cual le gustaba tan poco como al chico del distrito ocho. Pero era necesario para ganar.

–Jack no lo matará, se lo prometió. –Aseguró, Nolan por su parte se rió con ganas, haciendo que incluso Jack se detuviera, observándoles con los ojos llenos de desconfianza.

–¿Qué te apuestas?–Le susurró Nolan, justo cuando una luciérnaga avanzó a su lado para luego adelantarse a la comitiva, justo al lugar donde se hallaba el tributo del distrito cinco, observando a Maika, quién lo retenía por una mano con su látigo, de forma desconfiada a la par que cuidadosa.

–¡Mira quién está aquí! –Dijo entonces, y otra más se manifestó a su lado, y otra, las recordaba bien, eran los insectos que habían guiado al chico del distrito cuatro hacia la pared. – ¡Ya sé donde ir! –Exclamó aliviado, al parecer los vigilantes estaban de su parte esta vez. Los otros tributos tuvieron entonces que abandonar su intercambio y seguirle.


Jack sacudió la cabeza, intentando volver sobre su camino y olvidarse de ellos. Sabía lo que estaba ocurriendo, lo mismo que ocurría cada vez que se juntaba Nolan con ellos, ese chico tenía la capacidad de hacerles reflexionar su actitud, pensar en si lo que hacían estaba bien o mal, y aquello no le convenía.

Tenía que centrarse. Estaban a cuarto día en la arena y en lo único que podía pensar era que, a pesar de lo que había jurado en su entrevista, no estaba haciendo nada para demostrar que podía ganar esos juegos. Necesitaba espabilarse, dejar de pensar y actuar en favor de seguir el juego de una buena vez, al fin y al cabo no sabía cuando los vigilantes iban a darle una oportunidad mejor que esa.

Pero Nolan, estaba demasiado tenso, se le notaba, y eso podía ser todo menos bueno. Ese chico era imprevisible, podía hacer cualquier cosa, y él comenzaba a dudar de que pudiera controlarle, como hacía con Chris, nunca había podido hacerlo del todo.

Bueno, tampoco es que deba darle muchas vueltas. Nolan no quiere ganar precisamente.” Pensó, y rápidamente siguió al chico del cinco, intentando mantenerlo vigilado, cuando las paredes parecieron moverse y más luciérnagas surgieron. Tuvieron entonces que mantenerse juntos, dejando que las cuevas les guiaran otra vez, hasta que terminaron frente a la brillante pared de cristales, que estaba buscando.

Y Jack silbó.

–Conque es esto. –Dijo acercándose a la zona para acariciarlos, luego se viró hacia Radón. –¿Son muy frágiles? –Preguntó.

–No del todo. Cuando les tiré las piedras se desprendieron enseguida, pero el que tenía no se rompió al caerme. Y son lo suficientemente cortantes para utilizarse como arma. –Poco a poco se fue situando enfrente de la chica del distrito nueve, preparándose para hacerle frente, pues dudaba de que ella le dejase escapar, a pesar de haber cumplido el trato. –El chico del distrito cuatro parecía guiarse por la pradera a través del reflejo de las plantas en él, pero no sé lo que muestran.

–Creo que es suficiente. –Terció Annabelle, cautelosa, intentando estar calmada e ignorar lo que le había dicho Nolan. –¿Maika?–Preguntó entonces, al ver que esta no hacía ningún movimiento para soltar al chico del distrito cinco.

Jack, por su parte, dejó la pared de cristales en paz, ya la destruiría después, de tal forma que solo él, y Chris y Maika, si querían, pudieran aprovisionarse de la ventaja que les proporcionaba. Y se viró lentamente hacia el chico del distrito cinco y la del nueve, intentando buscar la mejor forma de sorprender al primero. Luego bajó la mirada al cuchillo que sostenía su mano diestra, dudando, el mismo que le había lanzado Sean anoche, y que no solo sus aliados habían conseguido arrancar, sino también, (y eso debía agradecérselo a Nolan), frenar la hemorragia que le había causado aquel acto. Aunque no salvar el brazo del todo.

Después de lo ocurrido veía que no podía dejarle huir, podría entorpecerles. Maika entonces lo vio, y sonrió.

–Sí, solo falta una cosa. –Dijo entonces la chica, y retiró el látigo del chico, que inmediatamente comenzó a retroceder, sin dejar de vigilarla con la mirada, pero entonces algo se le clavó en la espalda. –Gracias, Jack.

Y justo después sonó el cañonazo.

Jack suspiró aliviado, lo había conseguido, había matado por primera vez, después de eso todo le iría mejor, podía superarlo.

–Jack, ¡¿se puede saber que acabas de hacer?!–Saltó Chris, observándolo incrédulo, veía ahora que Nolan tenía razón, su aliado no iba a tener escrúpulos en matar a quién fuera para sobrevivir. Y no era que no se lo esperara, todos debían matar para vivir, pero comenzar así, tan drástico, le había cogido desprevenido.

Aparte, ese chico no tenía porque morir así, traicionado, ya tenía a los profesionales detrás de ellos, no era necesario hacer eso.

–Ya te lo dije, lo necesario para vivir. –Contestó firme, su aliado. –Creía que ya sabías de sobra que para salir de aquí debíamos matar a todos.

–¡Pero aquello no era necesario!–Lo apoyó Annabelle, retrocediendo hasta situarse al lado de Nolan, que seguía sin estar nada tranquilo. –Radón iba a morir en cualquier momento, igual.

–Sabía demasiado... –Insistió Jack, defendiendo su postura, pero enseguida Maika les interrumpió.

–¡Oh, vamos! –Saltó, crítica. –¿En serio estáis discutiendo por qué matar a los otros tributos? –Interrogó, ahora incrédula y sarcástica. –Jack tiene razón, ¡estamos en los juegos del hambre!–Gritó lo último bien alto, sin pensar en quién pudiera oírles. –Y la única forma de ganarlos es matar a todos. No importa como. –Decidida, dio unos pasos hasta situarse frente al chico del distrito siete, parecía el único racional de sus aliados. –Y menos por qué.

Jack la miró y asintió, tenía razón, en definitiva tenía razón. No importa lo que hiciera, a quién matara y por qué, debía hacerlo para ganar.

–Bien. –Afirmó ella, sonriendo. –Ahora dime que tienes un plan para derrotar a la alianza profesional. No importa que debamos volver a encontrar la pradera para realizarlo. Ellos nos la mostrarán. –Sonrió, confiada, mirando al cielo decidida, para ella esto no admitía discusión, la única regla de los juegos era matar o morir y, sin duda, estaba dispuesta a lo primero por sobrevivir.

Pero entonces, Nolan perdió los nervios y, fulminando a sus aliados con la mirada, declaró.

–¡Basta!–Todos lo observaron algo asustados, salvo Annabelle, que ya prevenía algo como eso, su mirada, en cambio, mostraba cautela. –¡Estoy harto de que todos reaccionéis como si fueseis juguetes en manos de los auténticos dueños de los juegos! ¡Esto no está bien!–Gritó, dejando a Jack y Chris sin saber como reaccionar, y a Maika tan asustada como enfadada. –Esto no está bien y no estoy dispuesto a seguir soportándolo.–Dijo en un tono no tan alto y, sin pensar, se precipitó por el camino de vuelta del túnel que habían cogido. Estaba demasiado furioso.

–¡Nolan, espera!–Gritó Annabelle, y, decidida, partió tras él. No podían separarse ahora, estaban al cuarto día en la arena y solo quedaban ellos y los profesionales, era peligroso. Pero apenas iba a dar unos pasos cuando se detuvo, mirando a sus ahora aliados. –Voy a intentar traerlo de vuelta, ¿sí? Estamos a cuarto día en la arena y solo quedamos nosotros y los profesionales. No podemos enfrentarlos solos. –Declaró, intentando mentalizarse para intentar vivir, ya que había llegado hasta aquí no iba a rendirse.

Chris suspiró, observando a la chica partir, esperaba que lo consiguiera, tenía razón, era demasiado tarde para separarse ahora, pero lo que había dicho Nolan no tenía solución.

–Si el chico del distrito ocho tenía una mínima esperanza de salir de aquí, la ha tirado a la basura con ese comentario. –Juzgó Maika, nada contenta con la situación. –No sé cómo lo mantuvisteis en la alianza hasta ahora.

–Porque es demasiado hábil.–Explicó Jack, enseguida. –Es demasiado hábil, astuto, rápido, y hace maravillas con las trampas. No podía dejarlo escapar pero ahora… –Viró la mirada hacia la zona por la que habían partido los chicos del distrito ocho. –Ya no sé qué hacer.–Declaró agachando la cabeza, avergonzado, en definitiva, Nolan había llegado demasiado lejos, pero ni sabía como matarle, ni sabía como vencer a William si lo hacía. Estaba en un callejón sin salida.

–¿Qué tal intentar crear un plan?–Les llamó la atención Chris, haciendo que ellos le observasen, algo sorprendidos. –Si te soy sincero, me encantaría seguir a Nolan en estos momentos, pero como lo haga perderé las pocas oportunidades que tengo de ganar los juegos. Y realmente necesito volver con los míos. –Declaró firme y maduro, y Jack entonces sonrió, era justo lo que esperaba de él. –Maika, dudo mucho que los vigilantes estén dispuestos a mostrarnos la pradera de nuevo. Sería demasiado fácil. Así que necesitamos un truco para deshacernos de los profesionales que vayan tras nuestra esta noche. Podríamos acudir todos juntos a la Cornucopia e intentar ganar estos juegos así, pero esta está alta y de los presentes soy el único diestro para esquivar proyectiles. Solo funcionaría para quedarme yo solo frente a todos, y así no podría vencer.–Jack asintió, ya había pensado aquello, por eso quería llegar a la pradera, allí podría despistar a sus enemigos, y usar sus venenos para vencer.

–Tienes razón, tanto Sean, como Miller, o Cynthia, incluso, son demasiado diestros en largas distancias. No nos dejarían acercarnos a la Cornucopia, a menos que juguemos con ellos para que nos persigan, y así atacar en dos flancos. Tengo una idea, pero me temo que necesitaremos a Nolan y Annabelle para realizarla. –Declaró, decidido, e instó a sus aliados a escucharle, ahora mismo era demasiado tarde para echarse atrás, estaban a cuarto día en la arena, y solo quedaban ellos y los profesionales. Si no pensaba y ejecutaba un plan para eliminarlos, hoy, posiblemente no podría hacerlo nunca.


Pero Jack no era el único que debía pensar en un plan, también Nolan debería, dejar de pensar en huir y afrontar lo que acababa de hacer, lo que acaba de provocar. Al fin y al cabo, no es que pudiese huir de la arena ahora mismo, nadie podía.

Pero antes de ello necesitaba necesitaba calmarse.

– Nolan. –Le llamó Annabelle, en cuanto lo divisó de nuevo, y él se detuvo.–Nolan, ¡cálmate, por favor!, lo que estás haciendo ahora no servirá de nada. No puedes huir de la arena.–Le dijo, intentando hacerlo razonar.

Nolan suspiró, veía que lo que estaba haciendo era un despropósito, ¿de qué servía huir de la arena, ahora mismo? ¿Ayudaría a los rebeldes, acaso? Era obvio que no.

–Lo sé. –Dijo sin siquiera virarse. –Pero hablaba en serio con lo que dije hace unos minutos, estoy de harto de quedarme callado viendo como todos siguen sus reglas sin rechistar.–Declaró, Annabelle suspiró, no necesitaba mirarlo a los ojos para saber el fuego que brillaba en ellos, Nolan, en definitiva, había explotado.

–¿Y piensas que con huir van a cambiar las cosas?–Interrogó entonces, firme, él negó con la cabeza. –Ya decía yo. –Juzgó, no muy contenta con lo que había hecho. –Escucha, lo que acabas de decir es irremediable, lo sabes. Y ahora solo puedes hacer una cosa: seguir luchando para conseguir ganar los juegos del modo que tu quieres. No sé lo que ha pasado hasta ahora, cómo sobreviviste, aunque tengo la intuición de que ha sido gracias a Sean. Deberías aprovecharlo para seguir.

–Tienes razón. –Cedió virándose hacia ella, algo más calmado. –Pero ya sabes lo que hizo el chico del distrito cuatro la última vez que nos cruzamos. No estoy seguro de a qué juega conmigo, qué quiere de mí. Debería saberlo, pero...–Tuvo que entonces parar de hablar porque ella se reía, muy animada.

–Nolan, creo que a estas alturas es demasiado obvio que si Sean Kingsley quisiera matarte ya lo habría hecho. Al fin y al cabo, se le da muy bien acorralar tributos.–Le explicó, era algo que había visto en la Cornucopia, la forma en que el chico del distrito cuatro, “encarcelaba” a los tributos con sus armas, ya fuese para matarlos o permitir que sus aliados les matasen, era demasiado bien calculada para ser azar. –En cuanto a lo que quiere, no lo sé, pero simpático o no sigue siendo un profesional. Es obvio que está dispuesto a lo que sea para salir de esos juegos, y creo que cooperar contigo hace parte de ese esquema.

–¿Cooperar?–Interrogó Nolan, todavía un poco confuso, y ella asintió. No terminaba de comprender los actos de Sean, fuera del juego en el que envolvía a los capitolinos, y eso lo habría podido hacer con cualquiera que supiera manejar mejor. Pero lo había elegido a él, al único tributo dispuesto a no seguir las reglas de nadie, a actuar como una persona libre a pesar de no estarlo. La única persona que, de no haber obtenido el favor del público, habría sido eliminada por los vigilantes en un segundo, de una forma u otra.

De hecho, ni siquiera sabía cómo seguía vivo, dudaba que el público tuviera tanta paciencia, a menos que…

–¡Será posible!–Exclamó, advirtiendo ahora lo que ocurría, y se rió –Estamos creando audiencia.

Annabelle entonces levantó la mirada hacia, él, sonriente, al fin lo había entendido.

–¿Cómo no vais a hacerlo? Sois la primera alianza encubierta entre un tributo rebelde y un profesional, que sale adelante sin apenas conflictos. Ahora mismo todos se están preguntando que es lo que planeáis y, en concreto, qué camino vas a tomar después de lo que ha pasado ahora. Cosa que a mi también me gustaría saber, por cierto, ¿qué debo decirles a nuestros aliados al regresar? ¿Sean, de verdad, no te ha dado ninguna pista de lo que planea?–Entonces Nolan recordó la nota que había retirado del cuchillo, que le había lanzado Sean a Jack, todavía no había tenido tiempo de leerla.

–Solo una, pero no había pensado en ella hasta que me convenciste de que me está ayudando. Lleva haciéndolo de forma encubierta desde el entrenamiento. Y eso explica las notas que obtuve junto con algunos regalos. –Afirmó, sacándolas ahora todas, incluida la nota manchada que provenía de ese cuchillo. Se lo había dado a Jack, convenciéndole de que sería algo simbólico que matase a Sean con una de sus armas, pero ahora dudaba que su esperada batalla tuviera ese desenlace.

Annabelle, por su parte, sacó una linterna para ayudarle a leerlas bien. “Sigue jugando” rezaba la primera, cuando todavía Nolan no era consciente de que estaba siguiendo el juego del chico del distrito cuatro, menos su fin. Era algo que le inducía a pensar y captar, pero dudaba que Jared fuese tan inteligente como para saber, entonces, que las maniobras del chico del distrito cuatro ya hacían parte de un juego para conseguirle patrocinadores a su tributo.

Aparte, la nota no estaba firmada.

–Finnick. –Dijo, enseguida, adivinando la razón de la ausencia de firma. –Es el mentor de Sean, ¿no?–Nolan asintió. –El mentor de Sean y su amigo, es obvio que intentaba decirte que le siguieras el juego a su tributo. Debe de conocerlo lo suficiente como para saber lo que busca. –Susurró, entonces, intentando por todos los medios no desvelar al Capitolio que Nolan, en cambio, todavía no lo tenía claro. La siguiente nota, en cambio, era demasiado obvia para que no hubiese ya una cooperación entre sus mentores “Cada regalo significa un paso en la dirección correcta...” –¿Qué hiciste antes de reunirte con nosotros, y recibirla?

–Salvar a Sean de una trampa. Creía que era lo correcto, después de que él me librara de aquel lobo. –Recordaba lo que le había dicho Sean, entonces, al menos estaban a la par, hablando con él de una forma tan tranquila y simpática, que nadie se habría creído que no eran aliados. Sin pensar, desdobló la nota que le había mandado entonces el chico, desvelando algo que le dejó perplejo:

Se trataba de un mapa de una franja de la arena, en concreto una zona del bosque luminoso que conectaba con una salida de las cuevas en donde se hallaban, un lugar efectivo tanto para una reunión como para el desarrollo de una trampa. También había una extraña marca, casi imperceptible por la sangre que la cubría, como un pequeño fuego oculto tras la mar, y, en el reverso, un mensaje.

Todavía somos aliados, ¿verdad?

Nolan entonces sonrió, recordaba como su padre le había hablado de un símbolo similar existente durante la guerra de los días oscuros, el símbolo que definía a una asesina Capitolina que había abandonado sus principios para unirse a los rebeldes, por amor al líder de los revolucionarios del distrito cuatro. Sería una historia hermosa si ese hombre no hubiera muerto, desatando entonces la ira de la mujer, una ira que permitió al distrito cuatro ganar varias batallas frente al capitolio durante la guerra. Un símbolo rebelde, al igual que el que contenía el recuerdo de su distrito.

–¡Verdad!–Dijo entonces, en voz alta, con una gran sonrisa. Lo había comprendido todo, la forma en que debía seguir jugando para sorprender. Seguir el juego hasta la siguiente explosión.

Y sabía perfectamente como hacerlo.

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