Tributos

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Epílogo: La impulsora de un nuevo juego

Quisiera pedir perdón por no publicar, pero lo cierto es que lo hice adrede ya que los martes estoy bastante ocupada con clases mañana y tar...

domingo, 8 de diciembre de 2013

Capítulo 12: Cambios.

Hola, hola, ¿ansios@s de capítulo?, espero que sí porque me he pasado toda la tarde escribiéndolo. Pero antes quisiera comentaros unas cosas, como observasteis puse banda sonora al blog y es hace una semana fui a ver En llamas y ha sido asdfghjklña *_* ¡¡¡FRANCIS LAURENCE ES UN GENIO!!! En serio merece una estuatilla de oro por la mejor adaptación del libro nunca vista, me ha encantado, la gira de la victoria, el vasallaje, los distritos, la arena. Ha estado todo genial. La única pega ha sido que ha faltado mi frase favorita. "Quisiera congelar este momento, justo, aquí, justo ahora y vivir en el para siempre". Pero en verdad todo genial, ¡ASÍ DA GUSTO IR AL CINE!

En fin con motivo de tan perfecta película he cogido las canciones que más me gustaron de ella y las he puesto aquí para que cuando vayas al blog todos recordéis en llamas y disfrutéis.


¡FALTAN 348 días para Sinsajo parte uno!


Y bueno os recuerdo que tengo ask:  ask.fm/yuna6785 , twitter https://twitter.com/yuna6785 y tumbrl: http://miau---girl.tumblr.com/ y que podéis pasaros por allí siempre que queráis. ¡Felices juegos del hambre y que la suerte siempre esté de vuestra parte!

Y bueno os dejo ya con el capítulo.


Capítulo 12:


Nada más salir buscó a William, necesitaba hablar con el pero ya no se encontraba en su asiento. ¿Se habría ido ya a su habitación? Era bien capaz pero ella no lo creía, no era su estilo, él no huía de los problemas, los afrontaba.

— ¿Buscas a tu chico? Está allí, hablando con mi compañero de distrito. — Se manifestó una voz fina y femenina. Giannira, la chica del distrito cuatro y su aliada, aunque no le traía buena espina. Cynthia se giró y pudo ver que esta señalaba con la cabeza hacia unas cuantas sillas más adelante donde, en efecto, Sean y William charlaban agradablemente. Suspiró.

— ¿Esperabas hablar con él? — preguntó Gianni, entonces.

— ¡No! — Contestó la rubia algo cohibida. — Bueno si pero no importa, es solo que esperaba que al menos estuviese esperándome para no sé…escucharme desahogarme pero supongo que es una tontería. —

— ¡Qué débil eres! — pareció decir la otra en tono burlón seguido de una ligera carcajada. — Ven, siéntate. — Le indicó la silla situada a su lado que casualmente era la misma que debería ocupar William pero no le importó. —Debes de estar sofocada. — Cynthia asintió y obedeció totalmente en silencio, seguía sin estar segura de haber hecho la prueba bien. Había sido todo muy mecánico, sin pensar demasiado pero es que si lo hacía comenzaría a imaginarse la arena y sus víctimas y no sería capaz de continuar. No si pensaba en que cualquiera de esos maniquíes podría ser fácilmente un niño inocente que merecería sobrevivir y salir de ese medio hostil tanto como ella. La chica tenía razón, era débil y una profesional no podía ser débil. No si quería ganar.
—Y bueno, ¿Cómo te fueron las pruebas?, ¿crees haberles “deslumbrado”? — La palabra usada por la profesional del distrito cuatro era justo la misma que había empleado William al despedirse pero el tono era demasiado hostil para tratarse de un halago. Desgraciadamente Cynthia estaba demasiado distraída para advertir aquello último y contestó automáticamente.

— No lo sé. Tengo la sensación de que me faltaba algo pero no sé muy bien el qué. — Sé encogió de hombros y volvió a observar a William. La chica a su lado soltó un suspiro exasperado.

— Ni siquiera se ha dado cuenta de que has salido. — comentó decepcionada. — ¿Quieres que lo llame? — sugirió.

— No, déjalo, tampoco quiero molestarles— Ante ese comentario la chica se rió.

— Si, definitivamente eres débil. — declaró. — Nunca he visto una profesional con tan poca autoestima y valoración de si misma. Deberías de cambiar eso chica. Si quieres sobrevivir en la arena tendrás que aprender a quererte, solo haciéndolo encontrarás el valor de sobrevivir, de no querer que el mundo te pierda para siempre. — Cynthia la observó arqueando una ceja, ¿aquello era un consejo o una crítica? No lo sabía pero le había gustado.


Sin embargo y afortunadamente al otro lado de la sala, la baja autoestima era lo que menos imponía. Prácticamente era inexistente en el chico de ojos negros que, armado de una espada curva, repartía mandobles a diestro y siniestro ante el imponente y crítico equipo de vigilantes, de la sala de pruebas. Ya era la sexta espada que cogía y la seguía manejando con la misma disciplina y elegancia que las anteriores. Porque sí, así era Robin, disciplinado, ordenado, elegante y hábil. Siempre y cuando lo que se encontrase en sus manos fuese una espada, evidentemente. Pero a él no le importaba tanto saber manejar muchas cosas como destacar de manera sobresaliente en lo único que le saliera bien. Y eso lo hacía de sobra o al menos era lo que el creía. Sus golpes iban acompañados de la seguridad de quién sabía lo que hacía. Resultado de la práctica y el buen entrenamiento, cambiaba de espada como de chaqueta pero nunca dejaba de manejarla bien.

Cuando los vigilantes consideraron que ya era suficiente lo echaron de la sala. Él asintió y se encaminó hacia fuera con una gran sonrisa.

— Creo que me ahorraré el preguntarte como te fue, vista tu sonrisa. — declaró Miller cuando llegó a junto de ella.

— No, no lo harás porque me conoces, yo siempre lo hago bien. — declaró el aludido presuntuoso, la chica se rió.

— La modestia también es una cualidad atractiva, ¿lo sabías? — le dijo divertida.

— No para mí. — afirmó el chico con resolución. —Y menos para la arena. — Añadió.

— Es cierto, nadie ayudaría a un chico que no sabe valorarse a si mismo. — Miller le dio la razón a regañadientes. —Pero tampoco creo que sea bueno el creer que no se necesita ningún tipo de ayuda. —

— Ya, ya. — dijo el chico con tono aburrido. — Cambiemos de tema, ¿Qué piensas hacer? — preguntó para que la chica dejara de criticarle al menos el tiempo que tardasen en llamarla lo cual no sería mucho dado la velocidad que llevaban las llamadas desde hace un rato.

— Lo típico, shurikens, sais, armas japonesas en general. Es lo que mejor se me da. — contestó ella escuetamente. Él chico no pudo evitar arquear una ceja ante lo que ella consideraba típico pero no iba a hacer más preguntas, no necesitaba conocer más detalles de la futura asesina a sangre fría que tenía por compañera. No si estos no le ayudarían a ganar. Justo en ese instante retintó la estridente y autoritaria voz del vigilante jefe llamando a la chica. Esta inspiró hondo y se puso recta y firme, preparada para entrar. El chico moreno tuvo el justo de tiempo de desearle suerte antes de que ella penetrase en la estancia.

Robin observó a la gente que aun esperaba su turno, sus “aliados” se hallaban más dispersos de lo que se imaginaba. Gianni, como deseaba ser llamada la chica del cuatro, estaba sentada al lado de una incómoda Cynthia mientras que William, quién debería estar con ella, parecía muy entretenido en hablar con Sean. No entendía el modo de actuar del chico intentando individualizar a unos y otros, era como si buscase amistades entre sus aliados pero, ¿para que? ¿Si al final todos tendrían que matarse? ¿O es que acaso esperaba conseguir que aquella norma se le olvidase a alguien? No era mala técnica, al fin y al cabo, buscarse amigos dispuestos a protegerte en vez de hacerte daño. Más aquello no le gustaba, no era juego limpio, era engaño, manipulación, traición. Bien es cierto que, a la hora de ganar los juegos, todo valía; pero seguía sin gustarle. Por eso se acercó a ellos con ademán decidido.


— ¿Y como es?— inquirió William repentinamente interesado ante un emocionado Sean. Se hallaban hablando de sus respectivos distritos pero no desde un punto de vista crítico, simplemente compartían experiencias agradables. Hobbies y pasatiempos agradables que hacer allí y lugares de ensueño a nunca perder de vista. Primero del uno y ahora del cuatro, les ayudaba a conocerse, saber que les había llevado aquí y entender porque no lo consideraban una sentencia de muerte. Al menos Sean no. William sabía que de sobrevivir no le quedaría nada que valiese la pena en su distrito. Pero prefería no pensar en ello por el momento e ilusionarse con relatos sobre los distritos que no conocía y que vería en la gira de la victoria. Fingir por un momento que no había venido para salvar a Cynthia sino simplemente para ganar.

— ¿El que? — Contestó Sean.

— Ya sabes… bañarse en el mar. Como es el agua, que sensación te aporta. En el colegio nos dijeron que era salada pero nadie nos relató como era la experiencia de nadar en ella. — Aclaró William entonces con curiosidad.

— Lógico, vuestros profesores nunca salieron de vuestro distrito, solo saben lo que hay por los libros. Bañarse en el mar es…relajante. Habitualmente el agua no está muy fría por lo que no te congelas dentro, aunque si vienes de tomar el sol la notas helada. — Sean se rió animado. — Nadar es algo muy bueno te ayuda a no pensar en nada, a controlarse solo en el agua, las brazadas y avanzar. Te aíslas de todo lo exterior y simplemente, avanzas y avanzas hasta que ya no puedes más. Seguidamente te pones boca arriba y cierras los ojos, el agua que hormiguea en tu espalda te proporciona una sensación de bienestar inexplicable. Tienes que probarlo, en la arena, si ponen mar; o si te permiten viajar después de ser coronado, tienes que probarlo. — Fue en ese momento que la voz de Robin les interrumpió.

— ¿No tienes alguien a quién cuidar? — Preguntó a William refiriéndose a la chica del distrito uno. Este le fulminó con la mirada pero no tardó mucho en irse en pos de su compañera.

— ¡¿Que haces?! — inquirió Sean confuso a Robin mientras observaba como William llevaba a Cynthia a un lugar apartado y comenzaban a discutir.

— Solo evitar que juegues a los amiguitos antes de la arena. Todo esto de las alianzas es muy bonito pero no debemos olvidar que solo saldrá uno de la arena. — Contestó él.

— ¿Por eso no querías ninguna alianza? ¿Te preocupa olvidarte del objetivo principal? — Lo cortó Sean y Robin asintió. — Pues no deberías preocuparte por eso, ahora mismo todos jugamos a los amiguitos pero es porque estamos en calma. Sin embargo, en la arena, una vez que estemos en peligro todo cambiará. Es cuando por fin se verá a quién nos preocupa realmente salvar. — Su mirada osciló de William y Cynthia a todos los tributos presentes deteniéndose una milésima de segundo en Jack quién le regaló una mirada fulminante. Sean sonrió y terminó su recorrido en Robin quién lo observaba muy atento. — Y créeme dudo mucho que este sea otro que nosotros mismos. — Declaró con una sonrisa relajada y satisfecha.


De eso precisamente era de lo que estaban hablando William y Cynthia, de su tendencia al “amiguismo”. A William le seguía sin parecer bien que ella le dirigiese la palabra al chico del distrito ocho, mientras que ella le reprochaba lo injusto que parecía que el pudiera hablar con todo el mundo y ella no.

— No, es exactamente eso a lo que me refiero Cynthia. Yo hago aliados, no amigos, ni menos doy esperanzas vanas. En ningún momento le dirigí un cumplido a Gianni, ni le di a entender que me gustaba a pesar de que coqueteara conmigo. No solo porque no lo hace, sino porque no me pareció justo teniendo cuenta que solo uno saldrá de esta arena, que si quiero que sobrevivamos, que…al menos uno de los dos gane tendré que matarla. Prefiero no hacerlo viendo la sombra de la traición en su rostro. Tú deberías de pensar en lo mismo. — Explicó William procurando mantenerse sereno, desviarla hacia su lado y no hacia el de su enemigo.

— ¿Y si no quiero hacerle daño? ¿Si simplemente no quiero matar a nadie? — propuso Cynthia testaruda pero resuelta.

— ¿Está segura de lo que dices? — le preguntó William.

— Si, claro, ¿porque me lo preguntas? —

— Porque yo tendré que actuar en consecuencia. — Declaró William y se fue. Cynthia lo observó confusa, no comprendía, después de lo ocurrido, de todos los conflictos que se habían generado entre ellos, ¿él aun estaba dispuesto a salvarla? ¿Que había hecho para merecerlo? La cuestión es que William no era alguien a quién quisiese perder ahora mismo y por ello tenía que pensar bien en lo que hacía, si valía la pena o no y como él decía actuar en consecuencia.

Las pruebas se fueron sucediendo con tranquilidad, algunos tributos entraban sonrientes y seguros, otros, la gran mayoría, bastante nerviosos, pero en general todos salían relajados de la estancia porque lo hubieran hecho bien o mal ya estaba hecho. Ya no tenían que soportar los nervios ni la espera mientras se hacían teorías sobre que harían y lo que pasaría entonces. Todo estaba hecho y, aunque pareciese extraño dependiendo de la situación, era algo reconfortante. Cynthia demoró unos tributos más en volver, se estuvo planteando si hablar o no con Nolan sobre el asunto pero al final desistió de la idea, era mejor dejarlo ahora que podía, si seguían hablando se sentiría cada vez más atada a él y a la hora de la verdad le haría daño, mucho daño y no quería. William tenía razón debía plantearse bien las cosas, no estaban el patio de recreo, sino en los juegos. No era momento para hacerse amigos, aunque le doliese. Procuró no dirigirse a la habitación de William quién seguramente no estaría de buen humor y entró en la suya dispuesta a relajarse y esperar la llegada de las puntuaciones.


William cerró los ojos, se hallaba intranquilo, preocupado y también, tenía que admitirlo, un poco temeroso. Esta tarde en la sala de los vigilantes había encontrado el lugar ideal para desahogarse por lo que le había hecho el capitolio. Mandando a su hermana a los juegos y ahora a Cynthia, condenándolo a decidir si perder a su amor sin poder hacer nada o morir por ella. Ninguna de las opciones era justa y por si fuera poco Cynthia seguía jugando a los noviecitos con ese chico. En otras circunstancias no le habría importado, pero ahora estando en los juegos y con el dispuesto a dar la vida por ella, hacía que todo pareciese una gran ironía. Quizás fuese una exageración pero así es como él lo sentía.

Una lágrima pareció bajar por su mejilla pero él persistente en no rendirse a la frustración, la apartó rápidamente cuando alguien llamó a la puerta. Furioso lanzó el cojín sobre el que reposaba su cabeza y dijo.

— ¡Seas quién seas, márchate, no quiero ver a nadie!—Pero no sirvió de nada la puerta se abrió y un Evans comprensivo atrapó el cojín al vuelo. — ¡Cuidado con tu puntería chaval, podrías sacarle un ojo a alguien! — bromeó y William sonrió.

— Esa es la idea. — dijo él.

— Pues la próxima vez, usa una lámpara. — Su mentor se sentó a su lado en la cama. — Mystie me ha dicho que te has largado sin ni siquiera saludar. ¿Problemas con la prueba? — Preguntó.

—Que va…Cynthia, como siempre. — Contestó William taciturno, Evans soltó un “Ah” y se instaló un largo silencio entre ellos hasta que finalmente William lo rompió.

— ¿Evans porque el amor es tan complicado? — dijo, seguía mirando al techo pensando en Cynthia ¿Qué podría haber ocurrido para que le pasara esto? Estaban tan bien…

— Supongo que porque si no lo fuera no sería tan emocionante. Si no hubiera conflictos no valdría lo que vale. Porque el amor no es solo sonreír y apreciar los buenos momentos, sino también superar los malos. Leslie y yo hemos tenido muchos altibajos y sin embargo seguimos juntos y queriéndonos como el primer día. Tú y Cynthia deberíais procurar hacer lo mismo. Os queda poco tiempo. —Aconsejó su mentor con un tono no declamatorio sino aconsejador, William osciló el rostro hacia él.

— Lo sé. — Dijo simplemente.

Evans consultó su reloj, faltaba poco para la hora de cenar y para que anunciaran los resultados finales de las pruebas. — Oye falta poco para tu puntuación, ¿quieres ir al salón o prefieres que la veamos aquí? Puedo pedir que nos traigan la cena, incluso. — Sugirió amable, William negó con la cabeza.

— No hace falta, me animaré a ir hasta allí. Al fin y al cabo, ¿qué más puedo perder? — Dijo y se levantó dirigiéndose al cuarto de baño de su habitación. — Dile a Mystie que solo tardaré unos minutos — Agregó. Evans asintió y se fue.


Cynthia por su parte se había resguardado bajo los hombros de Cashmere, las dos se hallaban sentada en los sofás viendo las valoraciones previas al anuncio de las puntuaciones, cuales tributos se hallaban arriba y cuales no. Habían estado hablando de su actitud y la de William y la mentora parecía comprenderla, no debía de ser fácil querer a dos chicos al mismo tiempo. Pero Cynthia ni siquiera estaba segura de los quisiera, ósea a William si pero Nolan…Era otra historia, algo confuso.

— Maravilloso, maravilloso. Estos días están siendo maravillosos. — Declaró Mystie entrando con ademanes presuntuosos y se sentó entre las dos jóvenes. — ¿No lo creéis? — les preguntó emocionada poco después de coger el mando y se puso a subir el volumen. Cashmere forzó una sonrisa mientras que Cynthia se dirigió a otro sofá en que poco después se sentó William pero guardando las distancias. —OH, ¡ya empieza! — dijo Mystie toda emocionada, Evans rodó los ojos pero no dijo nada.

“Buenas noches Panem, hoy nos preparamos para otra retransmisión oficial de los sexagésimo sextos juegos del hambre.” –la voz de Caesar Flickeman inundó la sala mientras se sucedían los vítores del publicó. “Hoy nuestros tributos han sido estudiados y valorados por los vigilantes de los juegos. ¿Quieren saber las puntuaciones?” El público coreó a gritos un sí, mientras Cynthia miraba con ojo crítico la pantalla. William se acercó y la rodeó con los brazos, ella lo observó confundida. — ¡Eih!, tranquila. Yo tampoco termino de entenderles— dijo simplemente, ella sonrió. — No estoy segura de si quiero seguir enfadada contigo. — confesó ella.

— Yo tampoco pero necesito que pienses en ello, ¿vale? Dentro de poco estaremos en la arena y quiero saber a que atenerme. —

—Vale. — dijo ella con una pequeña sonrisa y volvió el rostro hacia la planta donde resplandecía un 11 en letras grandes. —Pero… ¿qué? — Exclamó, William mostró una sonrisa.

—William, ¿se puede saber que has hecho? — Reclamó Evans sorprendido y a la vez asustado. El aludido inspiró hondo y dijo.


—Desahogarme por todo que nos está ocurriendo. En principio no iba a hacerlo pero cuando entré en la sala y vi a los vigilantes perdí el control…— William se detuvo unos instantes para luego adoptar una pose serena. —Pero la verdad es que no me arrepiento de ello. — Cynthia levantó la mirada extrañada, hace unos días, antes de la cosecha, palabras como esas nunca serían pronunciadas por su boca, ni siquiera serían pensadas, estaba cambiando. Los juegos los estaban cambiando a los dos y ni siquiera habían comenzado.

4 comentarios:

  1. Buenas tarde, hermosura.
    Me encanta la historia que estás haciendo. Y me encanta que hayas elegido a Alex Pettyfer como el chico. ;) Sigue escribiendo, te leo.
    XoXo,
    Sammy.

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    1. Hola, gracias por comentar, ya pensaba que nadie me hacía caso. Me alegro de que te guste la historia :D. Si, lo de alex es que siempre me ha gustado y bueno al pensar en Will me ha saido automaticamente él. Me alegro de que te guste la elección *-*

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  2. Hola, me encanta tu historia pero me he dado d cuenta de que no escribes desde diciembre del año pasado. Vas a seguir escribiendo?
    De todas maneras, me encanta, sigue así

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    1. Hola, gracias por comentar, ya pensaba que nadie me hacía caso ya xD. Si, seguiré escribiendo, lo que he pasa es que he tenido algunos problemas con la historia debido a que al estudiar en la uni, tengo que hacer los examenes en enero y no he podido escribir casi nada en navidades. Aparte tengo que equilibrar mi trabajo en la uni con los tres blogs que llevo además de este y no es sencillo. Procuraré escribir este mes pero dado que no estoy en mi mejor momento inspiratorio no sé cuando me saldrá el capítulo. Eso sí no pienso dejar de escribir, no te preocupes. Gracias por seguir la historia :D

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