Tributos

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Epílogo: La impulsora de un nuevo juego

Quisiera pedir perdón por no publicar, pero lo cierto es que lo hice adrede ya que los martes estoy bastante ocupada con clases mañana y tar...

lunes, 26 de mayo de 2014

Capítulo 16: De estrategias y renuncias

Capítulo 16: De estrategias y renuncias


Y en cierto modo tenía razón, los profesionales estaban tan metidos en su plan, en llevarlo a cabo, que casi nunca advertían el de los demás. Estaban demasiados inmersos en su mundo para ello. Como ahora se hallaba inmerso Sean, recostado en horizontal sobre el canapé del salón dibujando sobre una mesa pequeña que había en la esquina. Mientras, Giannira, que le había convencido de no apartarla del canapé al adoptar esa postura, sino de dejarla donde estaba sentada, de que no le importaba que apoyara su pecho sobre las piernas de la chica; se hallaba acariciándole el cuello.

—Dímelo. —Dijo con voz seductora. —Dime, lo que planeas. —Sean suspiró intentando concentrarse, hoy Giannira estaba agotando su paciencia. Sabía que era una estrategia, pero eso no quitaba que él estuviera harto. Volvió a bajar la mirada al mar azul que estaba dibujando, le había dicho la verdad a William aquel día en las pruebas. Le encantaba el mar, era un lugar tan lleno de paz, tan libre,...

Un lugar al que quería volver a todo precio.

—No. —Dijo con una sonrisa observándola de reojo, cerró los ojos por unos instantes, y Gianni sonrió, pero finalmente los volvió a abrir, mirando contrariado la sonrisa satisfactoria de la chica.

—Podría estar haciéndote esto todo el día. —Aseguró Giannira con una sonrisa maliciosa. —Lo sabes, tarde o temprano caerás. —Él la miró con una sonrisa desafiante.

—¿Qué te apuestas?—Terció al fin. Se hallaban nivelándose con la mirada, cuando sus mentores, Dalila, una mujer hermosa de veintitrés años y el joven Finnick Odair, de quince años, entraron prácticamente discutiendo...

—¡No debiste hacer eso Finnick! ¡No debiste decirle que no!—Decía ella precavida y asustada.

—¿Por qué no? ¡¿Debí acaso dejarle toquetearme?! ¿Seducirme? ¡¿Manosearme como una descarada?! —Finnick estaba desatado, se le notaba en el rostro. Era un chico joven, demasiado joven, que había tenido que crecer rápidamente y de la forma más horrible. Ganando los sexagésimo quintos juegos del hambre. Y lo había asumido, pero las consecuencias, eran otra historia.

—Debiste, sí, debiste. Cualquier cosa, antes de permitir que amenacen a nuestros tributos. —Entonces Sean, alertado, levantó la mirada hacia ellos.

—¿Quién nos está amenazando? —Preguntó con cautela. Finnick suspiró, procurando calmarse, estaba prácticamente temblando. No comprendía que ocurría, por qué intentaban hacerle eso. Creía que todo se acabaría cuando ganara los juegos, que lo dejarían en paz. Ganara, como ganara,...

—Hay, una mujer. —explicó al fin. —Tú la viste coqueteando conmigo el día que llegamos al Capitolio. —Sean asintió, reconocía perfectamente a esa mujer. La había visto acercarse a Finnick mientras ellos salían del tren, intentar hablar con él, seducirlo. Pero el mentor había sabido esquivarla alegando que tenía prisa. Que tenía unos tributos que preparar. Sin embargo, estaba claro, que uno nunca se cansaba de jugar cuando quería algo. —Ella quiere poseerme, quiere seducirme, quiere llevarme a la cama,...—Finnick volvió a temblar y cerró los puños, Sean, por unos instantes también se tensó, como si aquello le afectara también a él, y Giannira les observó con interés. Había algo extraño en ellos, era como si se conocieran.

Aunque, ¿quién no conocía a Finnick Odair? En solo un año se había convertido en una celebridad. Un ídolo, y solo por ganar los juegos. Justo lo que quería ella.

—Esto no debería de estar permitido. No deberían de poder manejarnos así...—Terció al fin Finnick en voz baja, Sean lo observó algo asustado.

—No deberías de pensar así. —Le dijo también en voz baja, con el tono propio de quién parecía saber de lo que hablaba. El mentor lo observó unos instantes y, de forma imperceptible salvo para él, asintió. Se observaron y, finalmente, Finnick sonrió, como si no hubiera pasado nada.

—Ni tú deberías de sentarte así —Contraatacó ahora en voz alta. — Sean, estás en los juegos, modera tu educación. No dejes ver lo malcriado que estás. —Sean se rió.

—¡Oh! Perdona. —Cedió y se sentó bien al lado de Giannira. Ella quiso cogerle la mano, pero él se la soltó de un manotazo tajante, parecía tenso.

—Pero... —Giannira se animó a abrir la boca. —Esa mujer..., ¿qué tiene que ver con que nos estén amenazando? ¿Acaso tiene el poder para hacerlo?

—Exactamente. — terció su mentora, decidida. —Ella es una vigilante. —explicó. —Y no cualquiera, es una bastante próxima al que creo que es el vigilante jefe de este año. De ella podría depender buena parte de la estrategia de estos juegos. —Giannira abrió los ojos de par en par. Aquello era buenísimo, podía permitirles ganar. —Si Finnick hubiera dicho que sí...—Añadió.

—Aún puede hacerlo, ¿no?—Preguntó Giannira, Finnick la miró asustado, pero finalmente asintió. —Aún puedes conseguirla. Utilizarla, averiguar lo que sabe,...—Él intentó no mirarla a los ojos ¿Cómo podía ser la tributo del distrito cuatro tan aprovechada? Tan mezquina,... No lo comprendía, él no era así hace un año. Solo quería captar patrocinadores.

—Sabes que eso es trampa Giannira. —Dijo Sean, intentando disuadirla de convencer a su mentor. Más en ese caso, fue la mentora la que abogó por la perspectiva contraria, con un comentario tan cierto como inesperado.

—También es trampa, que William y Cynthia, accedan a la encuesta de los vigilantes solo porque Cashmere, literalmente, se acueste con ellos. Y sin embargo lo hacen.

—¡¿Qué?!—Se indignó entonces Sean, Dalila entonces sonrió, sabía como despertar al joven tributo, hacerle desafiar los límites.

—Lo que oís. —Precisó Finnick, cediendo él también. —Ellos tienen ventaja en estos juegos porque hacen trampas. Y si ellos pueden hacer trampas. —Miró alternativamente a Sean y a Giannira, decidido. Se arrepentiría de eso, lo sabía, pero no había más remedio. Tenía que sacar a Sean de la arena como sea. —Nosotros también. —Afirmó sonriendo. —Es una estrategia, un contraataque. —La mentora sonrió, contenta de que Finnick estuviera aprendiendo bien a ser mentor. De que por fin se doblegara al papel que habían dispuesto para él. Seguidamente, observó a sus tributos, ¿qué hacían juntos ahora?, ¿a qué jugaban?

—Hablando de estrategias, ¿me podéis decir qué hacéis los dos juntos aquí? ¿Vais a entrenar en conjunto para la entrevista?—Les preguntó, se podía hacer. Sería extraño, pero se podía hacer. Sean observó a Giannira que le cogía de la mano sonriente y, repentinamente, se separó de ella, optando por fulminarla con la mirada.

—¡Claro que no! —dijo grosero.—Solo es que ella es una pesada.

—¡Sean!—Pareció querer reprocharle Finnick, cauteloso, pero él no se dio por aludido, sino que siguió enfrentándose a la chica.

—No empecéis a pelear ahora. —Dictaminó Dalila autoritaria y, decidida, cogió a Giannira de la mano y la sacó para afuera. Sean y Finnick esperaron pacientemente a que las dos estuvieran lejos para hablar.

—¡No la soporto!—Declaró finalmente el chico pelirrojo, hablando de su compañera de distrito. —Sé que es mi compañera, que deberíamos llevarnos bien, pero realmente no la soporto. No soporto lo superficial que es y menos la influencia que quiere ejercer sobre mí. —Finnick por un momento pestañeó, desprevenido, pero asintió.

Él sabía lo que estaba pasando en realidad, a qué jugaba su tributo, pero era mejor no decirlo siquiera cuando estaban solos. Porque nunca lo estaban.

—Lo sé. —Dijo dándole la razón. —¿Pero de verdad tenías que comportarte de esa forma tan insoportable?—Sean sonrió.

—Finnick. —Dijo simplemente. —Soy insoportable. —Y mentor y tributo se rieron a la par.
Finalmente Finnick se permitió sentarse a su lado, en total confianza.

—Bueno, Sean. —Pidió en un tono bastante amigable, al chico que estaba a su lado, a la vez que le cogía la mano. —¿Habemus entrevista?

—¡Habemosla! —Contestó Sean, sonriendo ampliamente...


William suspiró dejándose recostar sobre el sillón. Se hallaba cansado, la primera parte de la entrevista, con Evans, había ido bastante bien. Tenía un enfoque, aunque sabía que este le favorecería solo a él. Pero después de lo ocurrido con Cynthia era imposible que se mostrasen juntos en la entrevista. Nadie los iba a creer. Pero la segunda, con Mystie, había sido una tortura, al principio, el mentor había querido evitarla, pero era evidente que la necesitaban. Por más arrogante que fuera, por más estúpida, su acompañante sabía bien como había que comportarse en el Capitolio. 

Y estaba visto, que al contrario de lo que creía, ser profesional no significaba que todo le estuviera permitido. Había unas normas de estilo, unas normas de educación, de cultura, de mesura,... a las que ni siquiera había pensado hasta que Mystie entró y empezó a corregirle todo. Desde la forma, de sentarse, que a su parecer estaba bien, hasta como captar al público en la entrevista. Pasando por un montón de pasos previos y agotadores. Tres veces, le había corregido en la forma de sentarse, otras tantas la de moverse y otras tantas, la forma de sonreír. De verdad, no esperaba que preparar una entrevista fuese tan duro.

También se hallaba preocupado, por Cynthia, por él y por como llevarían los juegos... Su estrategia, se basaba en que frente a los demás tributos, que iban todos por su parte. Que no se fiaban ni de su compañero de distrito, y eso que la mayoría se conocían de antes. Ellos se mostraban unidos y perfectamente compenetrados. Cooperaban y se ayudaban mutuamente, sin separarse jamás. Era algo nuevo, inesperado y por eso sorprendía y los subía hacía arriba. El capitolio estaba emocionado con los amantes trágicos. ¿Qué pasará con ellos? ¿Llegarán al final? ¿Podrían matarse entonces? Sí, juntos habían conseguido captar toda la atención. Pero ahora ya no lo estaban y no sabía que hacer.

"Me siento orgulloso de que ella por fin reflexione, tome las riendas por sí misma. Deje de comportarse como si siguiéramos en el distrito uno. Deje de coquetear o simpatizar con otras personas, dispuestas a matarla al primer suspiro. Pero nunca imaginaba que... Cuando lo hiciera,... se separaría de mí.
Pensó y lágrimas bajaron por sus mejillas, lágrimas de frustración, de impotencia, de amor perdido,...

Mystie se había ido hace unos segundos, garantizándole que le iba a ir genial en la entrevista.

Sabía lo que tocaba,ahora, Linneth, su vestuario. Pero ahora mismo no se sentía con fuerzas para ir.

—¿Qué se supone que tengo que hacer? —Murmuró para sí mismo.

—¿Qué tal, seguir adelante? —Le contestó una voz fina y cercana. Él levantó la mirada, Cynthia se tenía ante él con una pequeña sonrisa. Entrelazó sus manos con las suyas. William la observó desconcertado.

—¿Qué haces? —Susurró, ella se soltó y la pasó una mano por el brazo el chico, acariciándolo mientras se situaba a su lado. William cerró los ojos sintiendo como Cynthia le transmitía esa particular energía, esa magia, que surgía entre ellos cuando le tocaba, cuando le besaba. Esa magia que los unía y los aislaba del resto del mundo. Iba a echar de menos esto.

—Ser inteligente. —Dijo ella al fin y apoyó la mano sobre su hombro. —Ser inteligente y perceptiva. Has hecho bien en enviar a Evans a ayudarme con la entrevista. Si no hubiera sido por él, no habría sabido lo que pasaba. El juego que se origina a nuestro alrededor. —William la miró sorprendido. No entendía nada, ella suspiró y se mantuvo tranquila apoyándolo como siempre. No parecía decidida a hacer una ruptura, sin embargo, hace varias horas,... Les había quedado claro que su relación no tenía solución, no si no podían ponerse de acuerdo.

—No entiendo. —Dijo finalmente. —No entiendo, como voy a manejarlo todo ahora. ¿Cómo pretendes que les persuadamos de que estamos juntos en la entrevista? ¿Quién nos va a creer?—Expresó William, completamente inseguro y temeroso observándola a los ojos. Ella suspiró decidida y finalmente adoptó una expresión pensativa. No sabía muy bien que hacer. Si, seguir con el juego que tenían y demostrarles que no podían vencerlos tan fácilmente. Que no eran tan fáciles de convencer, fáciles de manipular, fáciles de separar. Que tenían más inteligencia de la que parecía a simple vista. O... Engañarles, como había abogado Cashmere en su preparación...

—Quizás no debamos hacerlo. —murmuró. Él suspiró negando con la cabeza y se levantó situándose entre ella, enfrentándola con la mirada. Tenían que arreglar esto ahora, antes de que se les vaya de las manos.

—Cariño...—Dijo con cautela, entrelazando las manos de ella. —Tenemos que ponernos de acuerdo en qué hacer. En a quién salvar. Si no, no llegaremos a nada.

—No he dicho que no pudiéramos hacer eso. —Contestó ella con determinación.

—Acabas de decirme que ni me dejaras salvarte, ni quieres mostrarte unida a mí en la entrevista. Es prácticamente lo mismo. —Terció el testarudo. Ella se rió. Justo en el momento en que Evans y Cashmere penetraron en la estancia para ir a buscarles, pero decidieron no interrumpirles.

—No, no es lo mismo. No te dejaré salvarme porque uno, te quiero y no quiero que mueras de ningún modo. Y dos, sé que eres el único capacitado para ganar. —Iba a protestar pero ella situó un dedo sobre sus labios.—Y no es que quiera mostrarme completamente separada, de ti. Quiero decirles que te quiero, sí, pero tengo una idea más sencilla que que finjamos que no ha pasado nada entre nosotros en la entrevista, algo imposible ya que nos han visto todos los días de los juegos discutiendo. Que finjamos que sí ha pasado, porque eso es justo lo que quieren. —Le explicó ella.

—¿Qué quieren?, ¿quiénes? —Preguntó William, confundido. Entonces Evans se aclaró la garganta.

—Veo que por fin razonáis un poco. —Valoró justamente el mentor, William y Cynthia se detuvieron observándoles. —He estado hablando con Cashmere después del ensayo de Cynthia y los dos tenemos una firme teoría de lo que ha pasado aquí. Han intentado dividiros—William se quedó callado y reflexivo. No le sorprendería, al fin y al cabo, su fuerza residía en su unión. Sí se disolvía, todo podía caer. Lo que aún no estaba seguro era a quién podría haberse-le ocurrido plan tan brillante.

—Pero como...—murmuró. —¿Quiénes?— dijo en voz alta.

—Bueno. —Dijo Cashmere con una sonrisa. —¿Quién, aparte de ti, lleva hablando con Cynthia desde que comenzaron los juegos?—Al oír la pregunta William apretó los puños. Sabía completamente quién. Ese crió... Inspiró hondo y pronunció con rabia.

—Pues claro, ¿quién no? Nolan—Cynthia rápidamente le soltó algo asustada de todos modos. Se notaba que el chico le afectaba, lo cual le gustaba aún menos. Decidido, iba a matarlo. Dijera lo que dijera Jack o cualquiera de los otros tributos. Iba a acabar con ese niño.
Evans sonrió tranquilo. 

—¿Sabeís? Aunque no lo parezca, aunque siempre nos hagan competir, los mentores solemos llevarnos bastante bien entre nosotros. Nos conocemos mutuamente, sobre todo, los que llevamos varios juegos juntos. —Explicó. —El mentor de Nolan es un hombre muy inteligente, sobrevivió hábilmente a los juegos pasando completamente desapercibido y dejando que los otros tributos se mataran entre ellos. Pero nunca ha tenido ocasión de demostrar su ingenio porque, al igual que a la mayor parte de los distritos desfavorecidos, siempre le tocan tributos mediocres. Muertos de hambre que no tienen ni siquiera fuerza para agarrar una espada. —Sus tributos asintieron comprendiendo poco a poco.—Hasta ahora.—Terció con una sonrisa inteligente.— Nolan será un idealista pero es fuerte, hábil y, puede que capaz de ganar. Es lógico que Jared Smith, vencedor de los quincuagésimo séptimos juegos del hambre abogue por él. Por él y sus aliados. —Y ahí, es cuando William se dio cuenta.

—Vale. —Confesó al fin, completamente enrabiado pensando en Jack en aquel tejado y en como había aprovechado su estado emocional para que le dijera justo lo que necesitara. En como se había dejado manipular por el chico del distrito siete. Jack, al contrario de lo que había creído en ese momento, era un chico muy inteligente. Si había hablado con él era porque sabía perfectamente lo que iba a pasar. Como iban a tambalearse gracias a Nolan. Quizás el mentor del tributo del distrito ocho le proporcionara una estrategia eficaz para ganarles. Pero estaba claro quién había sabido aprovechar bien el juego en realidad, y no era él.—Soy un completo idiota. —Cynthia volvió a situarse enfrente de él.

—¿Por qué dices eso? Soy yo quién se ha dejado influir—Susurró ella, William quiso decírselo, confesar lo que había hecho, pero se sentía avergonzado y si hay algo que hace la vergüenza es provocar miedo de decepción. Por eso, no le dijo que había pasado allí. No quería que Cynthia lo viera como más débil de lo que se mostraba, porque entonces, sentiría miedo y el miedo de la chica era lo que menos quería en estos momentos. 
 
Necesitaba que confiara en él. En que podía manejar los juegos. Al igual que siempre lo había manejado todo en su distrito.

—Porque no lo he visto. —Dijo al fin, callando una parte de la verdad. —¿Que decías de engañarles? —Añadió simulando una pequeña sonrisa. Ella lo observó aún reticente, pero finalmente lo dejó estar. Conocía a William, si se empeñaba en no decir nada, no diría nada. Era muy testarudo. Sonrió con inteligencia.

—No solo a ellos, sino también a los otros tributos un poco. Juguemos con ellos. Dejemosles creer que abogamos por separado un tiempo. Que ya no cooperamos. Que ya no confiamos el uno en el otro. Dejemos-les que nos vean de forma independiente, que seleccionen a uno de los dos,...

—Y intenten ayudarle a sobrevivir. —Completó William comprendiendo. —No sabrán que al mismo tiempo estarán ayudando al otro. —Murmuró. —¡Madre mía Cynthia! Es increíble.—Ella sonrió y se abrazaron. —¿Cómo se te ocurrió?

—Me lo ha sugerido Cashmere. —Dijo al fin y retrocedió observándolo a los ojos pero aún sosteniendo su mano. —William, no quería renunciar a mis principios. No quería matar, no quería engañar, pero,...—Ella inspiró hondo mentalizándose, entendía que sí quería llegar al final no podía seguir pensando así. Por más que le doliera. Si quería que ganara William, tenía que abandonar sus ideales. —No puedo hacer eso y salvarte al mismo tiempo. Es prácticamente imposible y no lo voy a intentar más. Voy a jugar a sus juegos y sacarte de aquí, del lió en donde te has metido por mí. Me da igual lo que haga. De todos modos voy a morir. —William la observó sorprendido, ¿de verdad estaba dispuesta a renunciar a todo en lo que creía por él? Era increíble, no sabía que hacer, quería salvarla pero, al mismo tiempo, debía admitir que se sentía tocado por el gesto de amor de la chica por él.

—No digas eso. —Le susurró simplemente. —No vas morir. No lo permitiré. —Ella suspiró.

—No empieces otra vez, Will. —Dijo. —Tú postura es prácticamente imposible, lo sabes. No puedes protegerme siempre. Esto es demasiado para ti. No puedes manejarlo. 

—Sí que puedo. —Insistió. —Confía en mi, Cynthia, puedo,...—Pero ella le interrumpió.

—Confío en ti.—Dijo al fin. —Pero, al igual que Nolan, soy realista. Sé reconocer una causa perdida. —William se tensó un poco.

—¿Tenías que mencionarlo? —Le reprochó en voz baja, ella bajó la cabeza avergonzada. —¿Cómo puedes aun quererlo después de esto? —Insistió, de verdad que no lo entendía. Evidentemente que no conocía al chico, pero eso no era suficiente razón para que le cayese bien después de influir en Cynthia de esa manera. Ninguna lo era, seguía decidido a matarlo.

—No creo que lo quiera. —Susurró ella. —Al menos no de la forma en que tu te crees. Pero... No puedo odiarlo, entiendo porque lo hizo. Porque todos los tributos hacen lo que hacen. Quieren ganar los juegos. Quieren vivir —Explicó la joven, comprensiva. —Y ahora dejemos el tema y vayamos a prepararnos, casi no nos queda tiempo. —Él asintió, discutirlo ahora no arreglaría las cosas y les haría perder tiempo. 

Era mejor que lo dejaran y se concentraran en llevar bien los juegos. Era lo mejor para ellos.

—Bueno, asunto arreglando, ¿entonces? —preguntó Evans. Los tributos asintieron. —Ya tenéis estrategia, cumplid-la y uno de los dos vencerá. Por lo que es de la entrevista, tened cuidado, manejad bien la vuestra pero estaros atentos a las de los demás. Pueden ayudaros a ver lo que los tributos pretenden en la arena. La mayor parte de ellos suelen revelarlo allí, confiados en su juego. —Otro asentimiento, sabían que no debían distraerse. —Tenemos que tener en cuenta en cierta parte, después de esto. Que estos juegos serán bien diferentes de otros. Estaros bien atentos a la entrevista de Nolan, creo que es el único tributo, después de vosotros, capaz de captar los corazones del capitolio. —William asintió rápidamente, no le caía bien el chico, pero había visto bien, durante la emisión constante de las valoraciones del capitolio, que sabía manejar el romance tan bien como él. Otra cosa es que se atreviera a usarlo con ese fin, claro. 

Evans sonrió, pero Cashmere se mantuvo inmersa en su mundo unos instantes. Parecía pensativa, como si hubiera pasado algo por alto, y lo advirtiera ahora. Finalmente dijo, con tono de advertencia. 

—Y a la de Sean. Tengo un mal presentimiento sobre él.

—¿Sean? —Se extrañó William. —Si es un idiota. — Dijo con seguridad. Para él, el chico del cuatro, no tenía prácticamente ninguna oportunidad. Al igual que el del dos. Los había cogido como aliados porque sabía que no tendrían reparos en matarlos, a él y a Cynthia, si les decían que no. Pero, por lo que era de su potencial, los dos habían sacado unas notas que demostraban perfectamente que no eran hábiles para ganar los juegos. Muy pocos tributos lo eran realmente.

—Sí, lo es. —Afirmó Cashmere, dándole la razón. —Pero Finnick Odair no. Ha ganado los juegos con solo catorce años. Algo que prácticamente nadie se imaginaba de él. Al menos hasta la entrevista, donde destacó realmente. Consiguiendo a todos los patrocinadores para él. Incluso pasó por encima de tu hermana Will, y eso que era bastante guapa. —Explicó.

—Sí, lo recuerdo. —Precisó William, comprendiendo porque su mentora estaba advirtiéndoles. —Eclipsó fácilmente a todos los tributos. Con su actitud adorable y firme... Después de su entrevista, después de él...—Pronunció las palabras con cierto rencor, aún recordaba a su hermana en los juegos. Tan hábil, tan capaz, si no fuera por ese chico,...

—Ningún tributo pudo hacer nada. —Contestó Cynthia. —Sí, yo también lo recuerdo. Me encantó. —Afirmó. —Y me sentí mal al querer que ganara. Rubí y yo nunca nos llevamos bien. Opinaba que era una chica bastante tonta como para estar con su hermano, pero de ahí a desearle la muerte...—murmuró ella con arrepentimiento. Era cierto, hace un año, en los sexagésimo quintos juegos del hambre, había apostado por Finnick. El chico del cuatro, un tributo desconocido, sobre la hermana de su novio. Y eso que llevaban un año juntos y se llevaban de maravilla...

—No te preocupes. —Dijo enseguida él, en voz baja. —Sé perfectamente porque lo hiciste realmente y nunca te tuve rencor. Yo también lo habría hecho de no estar Rubí en los juegos — Admitió al fin; era un tontería enfadarse por eso, no podían cambiar el pasado y era mejor que no lo recordara. Porque si lo hacía, volvería a querer vengarse. Y aunque Sean iba a morir de todos modos, prefería que lo hiciese tajantemente, para que ganase Cynthia. A que él se dejase llevar por sus sentimientos y lo torturase. El chico no tenía la culpa de nada, solo era un tributo profesional más. No tenía porque ser duro con él. 

—Exactamente. —Dijo entonces Cashmere. —Por eso os digo que tengáis cuidado. No sé lo que piensa Finnick, pero si, al igual que todos los mentores, quiere que gane su tributo, hará que destaque en la entrevista. —Los tributos asintieron, completamente compenetrados, completamente decididos y se fueron a preparar. Sabían lo que tenían que hacer y como, no iban a dejarse engañar, no iban a dejarse vencer. Uno de los dos ganaría este juego. Estaban seguros de eso.

1 comentario:

  1. Hola otra vez!!

    Memememe eeeencantaaaaaaa
    Me ha gustado mucho la estrategia de los chicos, es muy buena y *cruzo los dedos* les puede dar buen resultado.
    Estoy deseando leer las entrevistas para comprobarlo.

    En cuanto a Sean, me alegra que Cashmere se haya dado cuenta de que oculta algo, ¡Y vaya si lo hace! Madre mia con él y Giannira!! Cuidadin con ellos...
    En cuanto a Finnik me da mucha pena:´( Pobrecillo, lo que tienen que hacer sus mentores por sus tributos...

    En fin, tendre que seguir leyendo para averiguar que pasa a continuacion

    Nos vemos pronto!!
    MUAKES!

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Queridos tributos, aunque me encanta que esteis aquí y me leáis, me gustaría aún más que me dejarais vuestra opinión. Es lo que me anima a seguir la historia más que nunca.^_^