Tributos

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Epílogo: La impulsora de un nuevo juego

Quisiera pedir perdón por no publicar, pero lo cierto es que lo hice adrede ya que los martes estoy bastante ocupada con clases mañana y tar...

sábado, 1 de julio de 2017

Capítulo 43: Punto determinante

Como hoy también mis emociones jugaron a la montaña rusa subiré el siguiente Capítulo, aviso sobre dos cosas, la primera es un poco caótico porque varias muertes ocurren casi a un tiempo, segundo algunos datos os resultarán algo extraños como lo de Sean y la traición, aunque pensadlo un poco, mucho Nolan por aquí, Nolan por allá, pero, ¿quién era el que estaba hablando con William antes de que él y Cynthia discutiesen? Sean, el cual después se sabe que se lleva más que bien con Giannira. Era más que obvio. xD


Capítulo 43: Punto determinante



William se quedó viendo aquella pared tan perplejo como asustado. No comprendía, ¿por qué les habían separado así? Miller por su parte se rió, bastante divertida.

– ¡Oh! Deja de reírte, ¿quieres?–Le protestó el chico, intentando estar atento a los ruidos que filtraba aquel muro. – Esto no es divertido.

– Al contrario, sí que lo es.– Dijo ella acercándose y le susurró. – Tu chica tiene razón, William, ellos están dispuestos a lo que sea para que sus planes salgan bien y llevarla al final no entra en ellos.–Tan pronto como lo dijo el chico se estremeció ¿por qué no se le ocurrió? Era obvio que si los vigilantes estaban de su parte, pero no de la de ella, buscarían una forma de separarles. – Venga, vámonos tras esos cobardes. Dudo mucho que les dejen ir muy lejos, tampoco.

– ¡No!–Respondió William, completamente alterado –No pienso dejarla.–Sus ojos se abrieron grande al distinguir ruidos de batalla al otro lado.–Está en peligro. –Intentó golpear la pared pero fue inútil. Miller volvió a reírse.

– Como quieras, puedo con los dos de todos modos ¡No vemos en la final, William!–Se despidió, alegremente, partiendo corriendo tras los demás tributos.



Cynthia, por su parte, apenas tuvo tiempo de procesar lo que había ocurrido cuando la chica del distrito nueve se lanzó sobre ella. Rodaron sobre el suelo con la chica intentando alcanzarle el cuello con su látigo, pero ella logró interponer su mano a tiempo y el arma se le enroscó en la muñeca. Sin embargo su contrincante no se rindió e intentó golpearle el rostro, Cynthia viró la cabeza a tiempo y sacó un cuchillo para intentar defenderse. El arma se retiró de su muñeca justo en el momento en ella intentaba clavárselo a su contrincante en el abdomen. Y su enemiga se echó atrás, intentando esquivarla pero no lo consiguió del todo, consiguiendo así una herida superficial.

Fue así como las dos contrincantes culminaron levantadas, una frente a la otra, la chica del distrito nueve no perdió tiempo en lanzar su látigo pero esta vez Cynthia no tuvo problemas en esquivarlo. Al parecer la chica del distrito nueve era especialmente ofensiva pero no muy rápida, ni se molestaba en disimular sus golpes. Cynthia se movió hacia un lado, retrocediendo de un salto para luego intentar alejarse de ella mientras agarraba bien su ballesta. Debía tomar distancia.

Cuando la tributo del distrito uno se zafó para luego lanzarse a correr por el camino de vuelta, Maika retuvo un gruñido antes de saltar sobre ella, de nuevo, dispuesta a tumbarla e impedirle huir, pero Cynthia enseguida se echó a un lado, haciendo que aterrizase sobre el suelo. Y, sin pensar, se viró y disparó.

Maika gimió cuando la flecha alcanzó su herida pero, apenas tuvo tiempo de avanzar o, siquiera arrancarla, cuando otra le alcanzó en el corazón, haciendo sonar el cañón.

Cynthia, por su parte, se quedó viéndola alucinada, no podía creerlo, en definitiva no. Ella le había disparado, había matado por primera vez, debería alegrarse, sería lo lógico, pero aquello se sentía tan imposible, tan mal…

Todo estaba mal aquí.

Y justo en ese momento el muro se separó, dejándole paso ante un William que le observaba tan perplejo y satisfecho, como ella lucía horrorizada.

–Cynthia, ¿estás bien? –Preguntó entonces, al ver que su novia no reaccionaba, solo miraba a su anterior enemiga como si hubiese hecho una atrocidad al matarla. Ella pestañeó, intentando espantar las lágrimas, para luego mirarle, muy enfadada:

– No. No estoy bien, Will. –Afirmó. –¡Esto no es un juego!

Pero William no hizo más que encogerse de hombros a la par que le respondía, firme en su opinión.

– ¿Importa acaso, Cynthia? Ya te lo dije en su momento, aquí todos deben morir para que ganes. Es mejor que lo asumas a que luches contra ello. No haría más que perjudicarte. – Le explicó y ella no pudo más que mirarlo cada vez más horrorizada, a él y a la frialdad con la que trataba el tema. Tenía razón, lo sabía pero incluso así, la forma en que lo llevaba él… – Y después de esto creo que es obvio que no podemos separarnos ahora. Algo está pasando, Cynthia, y antes de pensar en si es bueno dividirnos o no deberíamos averiguarlo. – Dijo entonces, autoritario. Ella suspiró pero asintió, aceptando su mano, firme, en un intento de olvidar el inmenso conflicto que les separaba. Él tenía razón de todos modos, no podían separarse ahora, les perjudicaría, le había quedado claro nada más ver lo ocurrido. Era mejor seguir adelante juntos, como siempre lo habían estado en el juego. Juntos por sobrevivir.



Cris detuvo a la tributo del distrito ocho, algo hastiado, ya se estaba cansando de huir, no iba a ganar así.

– ¿Qué haces?–Protestó Annabelle, deteniéndose. Él bajó la mirada a su cinturón de cuchillos, le quedaban tres, eran pocos para acertar. Iba a tener que intentar una confrontación directa.

– Lo que creo que debo hacer para ganar, Annabelle. Huye tú, si quieres. Pero yo no pienso rendirme sin luchar. –Ella suspiró, agachando la cabeza, culpable. Finalmente suspiró y directamente lo volvió a besar.

Y Cris, por un momento, olvidó que se hallaban escapando de una peligrosa asesina y se lo devolvió. Era una de las primeras cosas que había querido hacer con ella desde que se conocieron en esos juegos. No importaba que fuese una tributo, que todo eso estuviese mal, se sentía tan atado a ella como se sentía atado a su familia, y aquello se sentía demasiado bien.

Pero no tuvieron mucho tiempo de disfrute porque enseguida unos sonoros aplausos los interrumpieron.

– Realmente sois tiernos, ¿sabéis? –Terció la tributo del distrito dos, frente a ellos, sonriendo burlona. –Trágicos amantes de los distritos ocho y doce, una cobarde y un rebelde asociados para sobrevivir–Siguió burlándose para luego reírse, muy divertida, a la par que sacaba sus armas, preparada para luchar. – Desgraciadamente los juegos del hambre no van de amor. –Sentenció, antes de lanzar una estrella, obligándoles a separarse.

– ¡Anna!–Gritó Cris cuando la chica retrocedió y le lanzó un cuchillo a la chica del distrito dos pero esta lo esquivó con una pequeña sonrisa, era obvio que era más rápida de lo que imaginaba. Y volvió a lanzar en dirección a la chica del distrito ocho, la cual tropezó al echarse hacia atrás, cayendo al suelo. Cris intentó acudir junto a ella pero no solo una de las estrellas de Miller aterrizó justo delante de él, haciéndolo retroceder, sino que la otra aterrizó justo sobre la chica. Haciendo sonar un cañón.

– No. – Susurró entonces el chico del doce y, sin pensar, se lanzó sobre la tributo del distrito dos.



Pero la muerte no era lo único que tenían que asumir los tributos en aquella arena, también la traición. Cuando Jack despertó no había forma de salvar a su alianza, lo supo al escuchar el primer cañón. Y aunque debería alegrarse porqué ese cañón significaba un enemigo menos, no pudo evitar sentir rabia ¿Cómo había podido ser tan ingenuo? Era demasiado obvio que Nolan y Sean estaban aliados desde el principio, la forma cómplice en la que parecían hablar en el puesto de cuchillos el segundo día de entrenamiento, rato antes de que él buscase una forma de acercarse al chico del ocho, no era propia de dos tributos que recién se conocieran. Menos la sonrisa satisfecha que le dedicó el chico del ocho a Sean, el día de las pruebas, justo cuando el chico del cuatro consiguió lo que no sabía como conseguir él, por más que lo intentase, dividir a Cynthia y a William.

Pero entre que Nolan hacía lo que viniese en gana durante los juegos, lo que incluía hablar con todos los tributos que no siguieran las normas como Melania, la del once, e, incluso Cris, a veces, además de Sean. Y que este último era simpático con todo el mundo no le dio importancia. No pensó en una alianza encubierta, incluso a pesar de los motivos obvios por los que Nolan no debería hacer llegado casi indemne al cuarto día de la arena. Pensó que simplemente era cosa del público, que lo apoyaba desde el principio. Se la había jugado, los dos se la habían jugado a todos, y lo peor es que ni siquiera se había dado de cuenta.

Se incorporó, rabioso, comprobando, algo aliviado, que no tenía ninguna herida, ni retención, provocada por el chico del ocho. En estos momentos no podía evitar sentir otra cosa más que rabia por Sean y lo bien que lo había manejado todo, tenía los juegos en sus manos, definitivamente. Justo lo que intentó conseguir él haciendo cosas tan peligrosas como acercarse a los profesionales, el primer día, e intentar utilizar a Nolan para espiarlos a partir del segundo. Eso sin contar la forma en que se acercó a William la noche tras las pruebas, como intentó aprovecharse de él para buscar un modo adecuado de derrotar a Nolan y los demás contrincantes. Tenía los juegos en sus manos y sin siquiera arriesgarse porque, aun por encima, ¡tenía ayuda desde arriba!

– Esto no es justo. –Murmuró apretando los puños. –Yo debería ganar, no él. No se lo merece. –Sentenció, observando el terreno tan precavido como perspicaz, en busca de señales que le indicaran hacia donde fue el tributo del distrito ocho. Justo cuando una voz delicada pero divertida le preguntó.

– ¿Y a qué esperas para probarlo?–Alertado, elevó la mirada para encontrarse conque la chica del distrito cuatro le observaba tan interesada como perspicaz. Y no pudo evitar sonreír un poco, quizás Giannira estuviese de su parte, después de todo, al fin y al cabo ya le había ayudado otras veces.

– ¿Qué haces aquí, Giannira?–Le preguntó intentando adoptar un tono tranquilo y amable, como si estuviese hablando con una amiga y no una profesional. Ella rió.

– ¿No es algo obvio? –Explicó, agarrando su tridente en posición ofensiva. –Contribuir al espectáculo. Ese es el fin de todo esto, Jack. –Explicó, el chico la observó algo confuso pero enseguida agarró su cuchillo, determinado a defenderse.

Tenía ventaja, no solo la había observado con atención en el centro de entrenamiento sino que William, en su obsesión por dominar y controlar todo en estos juegos, también lo había hecho de tal forma que le había proporcionado una información muy valiosa en aquel tejado.

– Espera. –La detuvo con cuidado, esquivando su tridente de un salto. –¿Por qué peleas contra mí? Podría ayudarte, ¿sabes? Sé como vencer a todos excepto a tu compañero de distrito, el cual creo que tú sí sabes vencer. Y si lo vences podrías ganar. –Afirmó con una sonrisa tan segura como convincente. Pero ella volvió a reír para luego atacarle con una rapidez impresionante. Jack hizo una mueca cuando el tridente alcanzó su mano izquierda.

– Bueno. – Dijo entonces, con un brillo astuto en la mirada. – Debo admitir que no me equivoqué contigo, eres un auténtico genio a la par que él. Por eso te desafía seguido. –Explicó ante la mirada asombrada de Jack, quién se apartó de ella lo más pronto que pudo, intentando no mostrar al Capitolio lo fácil que le había sido a la chica descubrir su punto débil. – Pero, al igual que él, no soy idiota. Sé que una vez que esté muerto podrás vencerme y ganar de una forma especialmente rápida, y francamente no me apetece. Tú no mereces ganar estos juegos, Jack. Nada cambiará si lo haces. –Sentenció, con una determinación que le hizo comprender más que nunca la extraña alianza encubierta entre el distrito cuatro y ocho. Tenían el mismo propósito.

– ¿Sabes?–Le respondió más que perplejo por la forma en que todo se encadenaba en su cabeza, junto con lo que le había explicado Blight sobre los juegos. –Si no estuviéramos en una competición a muerte creo que admiraría lo que hacéis. –Admitió, era por la misma razón por la que no había sido capaz de odiar a Nolan hasta ahora que lo había traicionado, ese chico tenía un valor increíble. –Pero te equivocas, Giannira, ni tú, ni él, os merecéis ganar estos juegos porque no solo los dos estáis aventajados de una forma simple y llanamente injusta, sino que tampoco seguís sus normas. –Sentenció situándose ante ella, más determinado que nunca a luchar por vivir en estos juegos. –Y si no seguís sus normas no podéis ganar.

Giannira, por su parte, no hizo más que reírse con ganas a la par que volvía a atacar con su tridente, pero esta vez él pudo bloquear su ataque con su cuchillo, justo cuando el cañón anunciaba que los tributos supervivientes acababan de reducirse a ocho, a la par que decía:

– ¡Ponme a prueba!–Y comenzó la auténtica batalla.



Jared abrió grande los ojos mientras observaba, asombrado, el juego de este año en las pantallas del Capitolio. En cierto modo, ya había sospechado que Sean intentaba hacer algo mucho más complejo que ganar, nada más ver las heridas de aquel lobo. Por eso le había dicho a Finnick aquello de que el tributo del distrito cuatro era más peligroso que él, estaba provocando algo, no estaba muy seguro de qué, pero dado lo que le había dicho Finnick Odair hace apenas unas horas podía afirmar que estaba consiguiendo un efecto todavía más peligroso que el de Nolan.

– Esa frase– Susurró Finnick, a su lado, completamente atrapado por la pantalla, a la par que sus ojos azul mar brillaban en comprensión. –Es la misma que dijo Denalie cuando se enfrentó al tributo del distrito uno, defendiendo su derecho a ir en solitario. –Cada vez comprendía mejor el juego de su tributo, desde que había llegado a la arena. Su fin. Todo tenía que ver con lo que habían hablado el día de las pruebas, una forma de devolverles la moneda y así desbancar todo, de forma tan efectiva como desbancaba plan tras plan de ellos en el distrito cuatro. Matt debía estar especialmente orgulloso de él ahora mismo.

Y él, aunque sabía que aquello era muy peligroso, que en el momento en que todos lo descubriesen le iba a traer un castigo peor que los juegos del hambre, no podía evitar admirarlo más y más.

Jared asintió despacio, mirando ahora la pantalla tan asustado como perplejo. Debía reconocer que la batalla de la chica del distrito cuatro y el del siete se estaba volviendo interesante por momentos. Ella era muy ágil y rápida lo que le daba ventaja a la hora de alcanzarle y herirle, llevando, al igual que tributos como Denalie y Cashmere, un auténtico baile para confundir. Y él era un genio, definitivamente era un genio, estaba alargando la batalla adrede para captar todos sus movimientos y así subyugarlos para vencer. Y podía hacerlo porque lo sabía todo sobre ella.

"Al igual que yo en mis juegos." Pensó rápidamente. "No estoy seguro de cómo consiguió semejante información por si mismo. Pero realmente la está aprovechando a su favor."

– Creo que estoy comenzando a comprender porqué tu tributo provoca al de Blight seguido. –Terció entonces. –Los dos son unos genios, lo captan todo al momento, pero mientras que Jack lo utiliza para ganar los juegos y así conservar su vida. Sean lo está usando para algo más complejo. Están en lados opuestos del tablero.

Finnick, por su parte, asintió, para luego sonreír tan satisfecho como admirado por el espectáculo de su tributo. No podía evitarlo, Sean realmente era su perdición, lo había sido desde el momento en que supo de él en el distrito cuatro, no solo era el único chico con el valor suficiente para desafiar sus leyes seguido, sino que, de un modo u otro, siempre salía airado.

– Bueno, debo admitir que Caesar tiene razón. –Sentenció, ahora desviando la mirada hacia el lugar donde batallaban el tributo del distrito doce y la del dos, justo al lado de un túnel desde donde ahora se hallaban sus tributos observándolo todo con especial interés.–Estos juegos realmente están siendo increíbles.

Pero aquella alegría no le duró mucho. Del mismo modo que tampoco duró más el baile de Giannira frente al chico del distrito siete.

–¡No!–Dijo justo en el momento en que veía, con auténtico temor, la forma en que Jack, al fin, terminaba su juego, haciendo caer a Giannira al suelo, más que decidido a matarla, al igual que a todos en estos juegos. Cuando la chica hizo algo que el vencedor jamás se habría imaginado de ella. Gritar:

¡Sean, ayudame! ¡Por favor! ¡Estoy aquí!



Tan pronto como la oyó Jack se paralizó, casi temblando, a la par que recordaba las palabras de Nolan. Si ya ahora Sean estaba llevando un espectáculo odioso con él, con el fin de enfrentarlo en aquellos juegos, como la matase…

"Y sin embargo debo hacerlo para ganar" Reflexionó para si mismo, dudando, mientras que ella le observaba con una arrogante y satisfecha sonrisa, como si realmente no estuviese perdiendo en aquellos juegos. Una sonrisa que le enfureció tanto que, sin pensar, la golpeó en el rostro a la par que decía:

– ¡Callaté!–Estaba temblando, definitivamente estaba temblando, no quería enfrentarse a él, no podría ganar si lo hacía. Eran demasiado similares.

Pero ella, simplemente, se rió como si estuviese loca y le susurró.

– No pienso hacerlo hasta que me mates Jack, estás perdido. –Por alguna razón su seguridad le hizo estremecerse, era como si ella conociese un secreto sobre el chico del distrito cuatro que los demás no, un secreto que podría cambiarlo todo.

La pregunta era, ¿cual?

Giannira, por su parte, desvió la vista sintiéndose algo culpable, nada más oír la voz de Sean llamándola, poco después. Era consciente de que como el chico ganase los juegos, para luego ver aquella escena en pantalla, realmente le odiaría. Ella también lo haría en su lugar. Pero en lo único que podía pensar desde el momento en que vio que estaba perdiendo la batalla, aquellos segundos en los que notó que Jack, no sabía cómo, conocía todas sus técnicas, tal y como había insinuado en la entrevista, era todo lo que le dijo Sean antes de que partiese a buscarle. No preguntes, sigue el juego y actúa por tu supervivencia, y lo más importante…

"Estoy perdiendo el control, Gianni"

La clave para que todo cayese tan rápidamente como Jack, llevado por el miedo, reaccionó, clavándole aquel cuchillo, casi desesperado ¿En qué estaba pensando? ¿No era así cómo funcionaba el juego? ¿Entonces por qué tenía la sensación de haber cometido algo irreparable? Si el chico del distrito cuatro estaba tan ligado a ella, como William a Cynthia, quizás esa fuese la clave para vencerle, ¿o no?



No, en definitiva no lo era, del mismo modo que el enfrentamiento directo tampoco era la mejor solución para vencer a la chica del distrito dos. Cris lo advirtió al ver su sonrisa nada más tirarse sobre ella, alterado por lo que había visto. Cuando ella, con una sonrisa casi infantil, sacó su katana y bloqueó su ataque con absoluta facilidad, luego se rió y atacó visando su cuello, pero él logro apartarse a tiempo y la observó con tanta rabia como miedo en el rostro, a la par que sacaba el cuchillo que le quedaba. Ahora mismo era demasiado tarde para echarse atrás.

Miller, por su parte no pudo más que reírse, entusiasmada, debía admitir que realmente se estaba divirtiendo en estos juegos. No sabía que era lo que había salido mal en la alianza del chico del distrito siete, pero le favorecía demasiado. Todo parecía favorecerla ahora.

Siguió esquivando y defendiéndose de los golpes del chico del distrito doce, a la par que realizaba pequeños saltos para nunca perder la cercanía. En cierto modo, comprendía porque estaba fallando, era un cazador, habituado a atacar todo desde lejos y así vencer. No le habría atacado así si, uno, no tuviese tan pocas armas, dos, ella no hubiese matado a aquella cobarde ante él. Había ganado, definitivamente había ganado y aquello le hacía sentirse demasiado bien.

– Deberías rendirte. –Terció riendo, muy animada. –No puedes ganar estos juegos por más que quieras. –Concluyó. El chico del distrito doce negó para luego intentar retroceder, pero ella volvió a acercarse de una forma casi sorpresiva justo cuando, al echarse atrás, por enésima vez, él vio algo que lo podría cambiar todo, aquellas líneas brillantes en el suelo. Se estaba acercando a una trampa de Nolan.



Nolan no podía más que observar todo lo que estaba ocurriendo desde aquel túnel lateral, tan alucinado como asustado, la forma en que Sean le sostenía la mano no era un impedimento para él, solo una precaución amistosa ante lo que ocurrió cuando los supervivientes se redujeron a ocho. La llegada de William y Cynthia a aquel lugar. Al final ni siquiera habían necesitado sus trampas para acorralar a los tributos restantes, los hechos se habían coordinado de tal forma que ahora mismo solo faltaba una persona para que todo aquello se convirtiese en una auténtica trampa: Jack.

El cual se hallaba batallando con Giannira, en estos momentos, sin ser consciente de que como la matase ya no tendría forma de escapar de Sean

Y debía admitir que si no hubiese visto aquella luz en los ojos de Sean, mientras le hablaba de aquel fuego, si el chico del distrito cuatro no pareciese estar disfrutando del espectáculo que había creado, como otro profesional más, realmente apreciaría la forma en que los elementos se conectaban a su favor.

– ¿Remordimientos?–Le susurró entonces, Sean, dirigiéndole una astuta sonrisa, a la par que observaba, como él, la forma en que Miller no solo ganaba a Cris, sino que aprovechaba para herirle cada vez más, casi torturándole al jugar con su dolor, miedo, e impotencia. Estaba comenzando a odiarla él también. Asintió.

– Pues no los sientas. –Afirmó el chico del distrito cuatro, sonriendo de una forma tan parecida a la de Jack en su entrevista que le dejó impresionado. –Esos dos. –Señaló a Miller y William, disimuladamente, con la cabeza. –Llevan complotando contra mí desde el inicio de los juegos. –Desveló, observándolos con una mirada teñida de rencor, a la vez que le explicaba sus planes en un susurro casi inaudible – Buscando la mejor forma de no solo matarme, sino también torturarme para darle a los de arriba un espectáculo inolvidable, como el ocurrido en los Sexágesimo Segundos Juegos del hambre con Neil y Denalie. Un espectáculo solo reservado a la gente como nosotros, Nolan.

"Los rebeldes" Adivinó Nolan, comprendiendo todo, a la par que asentía. "Realmente él y yo somos auténticos rebeldes. Es natural que nos aliemos con técnicas similares para ganar. Aunque..." Siguió observando a Sean tan perplejo como temeroso, a la par que el chico del distrito cuatro seguía hablando de los planes de los demás en estos juegos, buscando que era exactamente lo que había dejado de gustarle de él en aquel claro del bosque.

– Y te apuesto lo que quieras a que Jack esperaba usarte para enfrentarse a William de tal modo que, una vez que uno de los dos esté muerto y el otro potencialmente malherido, pudiese ganar estos juegos de una forma especialmente fácil. Lo cual, en cierto modo, no es malo. Todo vale para ganar los juegos del hambre. Pero creo que coincidirás conmigo en que este año está hecho para ser tan diferente como sorprendente, y si lo es…

– Él no puede ganar. –Concluyó Nolan, completamente determinado, tirando ahora de su trampa de tal forma que la chica quedó atrapada ante un malherido Cris que no hacía más que observarle alucinado, al igual que los chicos del distrito uno los observaban a él y a Sean.

El entramado se había descubierto pero era demasiado tarde para remediarlo, tal como lo indicaban el grito agudo de Giannira y la respuesta de Sean.

– ¡Giannira!–Gritó bien alto, intentando ir hacia ella, llevado por sus sentimientos, su amor, pero el cañonazo hizo que se detuviese casi paralizado.

Y entonces Nolan, al ver su expresión, aquel brillo en los ojos, comprendió qué era exactamente lo que no le gustaba de él.

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Nota: Tachán, tachán, tachán, todo está planeado xD. Mi orden de muertes es Anna, Maika y Giannira (sí, la chica tuvo la decencia de esperar a que Jack despertara solo por hacer espéctaculo jajaja) ¡Espero que os haya gustado!

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